La Violencia digital y su impacto en la libertad de expresión


Recientemente fue publicado el ‘Violencia de género en línea hacia mujeres con voz pública. Impacto en la libertad de expresión’, un informe preliminar que resume un estudio cualitativo de gran extensión en América Latina y el Caribe. Indaga 15 casos, con entrevistas a mujeres con voz pública víctimas de ataques en línea; por su condición de mujer, por su actividad periodística y sus activismos.
En el informe se detalla que “En los últimos cinco años la violencia de género en línea creció exponencialmente y los modos en que se manifiesta se multiplicaron.” Es por ello que analizaron de forma cualitativa los testimonios de mujeres radicadas en Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, Uruguay y Venezuela.
Las entrevistas fueron seleccionadas por la Alianza Regional de la Libre Expresión de Información, quienes trabajaron en conjunto con ONU Mujeres para la realización del análisis.Tomaron los casos de mujeres periodistas, comunicadoras, activistas y defensoras de los derechos humanos para indagar en sus experiencias y así lograr recepcionar la problemática de este tipo de violencia de género que cada día genera más preocupación a nivel social.
Observando sus experiencias, las organizaciones concluyeron en que los casos de violencia digital se dan en un contexto de violencia sistemática, reactiva y organizada hacia las mujeres, niñas y diversidades. Lo que resulta preocupante es que la violencia no ocurre solamente en el ámbito digital, sino que se da de manera continua desde lo online hasta lo offline. Lo que significó para muchas, que las hayan seguido en la vía pública, difundido en línea sus direcciones familiares y laborales y otro tipo de hostigamientos. De hecho, de las 15 mujeres entrevistadas, tres sufrieron el exilio para proteger sus vidas.
Las dimensiones de la violencia
De acuerdo a Daniela Urribarri, directora del programa de la Alianza Regional que desarrolló el informe, en todos los casos estudiados las situaciones de violencia en el ámbito digital parten del hostigamiento por parte de perfiles de personas, e incluso personas públicas. Estos perfiles terminan convirtiéndose en una turba digital de acoso masivo, dentro de las cuáles comienzan a intervenir las llamadas granjas de trolls, provocando que las agresiones se vuelven más numerosas, y más violentas.
A partir de allí, la violencia comienza a tomar otra forma. El informe evidenció que estos pasos en la interfaz llevan a la divulgación de información personal como el número de teléfono, la dirección o incluso el colegio al que van sus hijes se comparte en grupos para usarlos en contra de la víctima o para acosarla.
La cuarta característica escalable de la violencia digital consiste en la amenaza y los hackeos. La amenaza de la violación también aparece en cada una de estas dimensiones. La directora considera que esto se debe a que “La violación es, como sabemos, una de las agresiones más frecuentes para disciplinar a las mujeres. Las amenazas de violación están dirigidas a ellas, sus hijes, familiares y gente querida”.
En el caso de las entrevistas indagadas por el informe, la violencia online se replica de forma offline “mediante amenazas y manoseos durante una de sus coberturas periodísticas; o cuando desconocidos toman fotos de la persona en lugares públicos y las sube a las redes sociales invitando ‘a saludarla’”.
“A través de esta escalada las violencias salen del ámbito digital y van adquiriendo otras dimensiones. Lo cual genera un miedo y una ansiedad tal que lleva a muchas mujeres que hasta el momento tenían voz pública e intervenían en las discusiones públicas de los medios digitales, a retirarse de ellos”, explicó Urribarri.
Todas estas situaciones y amenazas virtuales tienen efectos en la vida real de las víctimas. Las mujeres entrevistadas en el informe manifestaron que “la violencia en línea tuvo impactos en su participación en la conversación pública”. 80% de ellas limitó su participación en las redes, 40% manifestó haberse autocensurado. Y esto no sólo afectó a su desempeño laboral (un tercio de las mujeres cambió de puesto laboral y una cuarta parte teme perder su trabajo), sino que el 80% de las mujeres víctimas de violencia digital temen por su integridad física y hasta por su vida.
Hubo casos identificados en los que las mujeres se vieron en la necesidad de exiliarse. Pero la retirada de las víctimas de estos espacios de debate público tan necesarios para el funcionamiento de nuestra sociedad, afecta al intercambio de la discusión pública y a la propia calidad de la democracia.
Esto último se relaciona con el hecho de que “las mujeres víctimas de este tipo de violencia no confían en la justicia como vía de resolución, porque la justicia es lenta y su intervención no hace que las violencias cesen”, considera la directora.
De esta manera, la Alianza Regional de la Libre Expresión e Información junto con ONU Mujeres consideran que la principal medida contra esta situación es trabajar en la prevención de este tipo de violencias y el acompañamiento a las víctimas de forma interdisciplinar.
“Es necesario sensibilizar sobre los impactos que tiene este tipo de violencia y desnaturalizarla como parte de las reglas de juego. Visibilizar las consecuencias de estas situaciones para las personas y para la sociedad. Porque mientras no lo hagamos, seguirán multiplicándose y complejizando”.
Daniela Urribarri, directora del programa de la Alianza Regional de la Libre Expresión e Información
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