Napalpí, el juicio tan esperado

Por el


Fotos Jorge Tello

El 19 de abril , comenzó en Resistencia, Chaco el juicio por la verdad, por la Masacre de Napalpí, en la justicia Federal. Un juicio penal que no va a tener condenadxs pero que dejará en los registros de la historia las responsabilidades de los asesinatos contra argentinos qom y moqoit. “El terrorismo de Estado contra los pueblos indígenas es el antecedente del terrorismo de Estado que ocurrió después”, solía decir el historiador qom, Juan Chico, piedra angular de este juicio.

La masacre ocurrió inicialmente el 19 de julio de 1924 porque los días posteriores continuó con una persecución a quienes habían podido escapar arrastrándose o corriendo hacia el monte, en la reserva de Napalpí, actualmente Colonia Aborigen, a 150 km de Resistencia.

 No hay números precisos, serían entre 200 y 500 personas, aproximadamente, de los pueblos moqoit y qom, que habrían sido asesinadas durante esos días, de acuerdo a los datos que recopiló la fiscalía federal. A muchos de los cuerpos se los mutiló, les cortaron los testículos, las orejas.

Ya pasaron cuatro jornadas de este proceso,  tres en Resistencia y una, el 3 de mayo en Machagay y en CABA serán el 10 y 11 de mayo, y el cierre con los alegatos es el 19 de mayo nuevamente en la capital del Chaco. Este esquema de audiencias en diferentes ciudades y fuera de los recintos tradicionales de la justicia permite acercar este proceso histórico a lxs testigos citados y a la población que puede inscribirse para escuchar en los recintos elegidos, porque conocer o reconfigurar el concepto que nos sobrevuela sobre las responsabilidades de lo que ocurrió es parte de este proceso. La importancia de este juicio, es que nos va a permitir cambiar el lugar de la culpa, dijo David García, auxiliar docente qom, consultado sobre la trascendencia de esta causa.

Testimonio de Ana Noriega (Fundación Napalpí)

El primer día fue de mucho movimiento dentro y fuera del auditorio de La Casa de las Culturas, representantes de 39 pueblos indígenas vinieron a escuchar y a dar apoyo a una causa que tiene años de investigación. Diaguitas, Guaraníes o Quechuas expresaban, en los micrófonos que les acercaban, las expectativas que les genera que se juzgue una matanza indígena, alimentan esperanzas de poder trazar caminos parecidos con otros hechos similares. Una multitud multicolor festejó este logro y siguió con mucha atención, con sus pancartas y banderas en alto, a través de una pantalla gigante que estaba dispuesta en uno de los ingresos del centro cultural, el proceso judicial que ocurría adentro

En lo formal se hicieron las presentaciones, el Fiscal Federal Federico Carniel habló en su discurso de apertura del marco jurídico que este proceso le va a dar a las investigaciones que se vienen realizando y Duilio Ramírez, el abogado de la Secretaría de DDHH de la provincia del Chaco, se puso de pie para expresar su respeto a los pueblos indígenas presentes, se compartieron videos de las charlas, ya conocidas por muchos porque fueron noticia en su momento, con Pedro Valquinta y Rosa Grillo, junto a Juan Chico, quién trabajó mucho para ubicarlos y para darles la confianza necesaria para que quisieran contar lo que recordaban.

Pantalla gigante en la vereda de la Casa de las Culturas día de la apertura

La jueza que preside se encargó de aclarar que aceptó las pruebas y los testigos propuestos por la Fiscalía y las querellas, entendiendo que podrían darnos una dimensión completa de lo ocurrido, pero que dejaba abierta la puerta para que toda persona que tuviera algo para aportar o cuestionar pudiera presentarse en las oficinas de la secretaría penal numero 3 del Juzgado Federal Número 1

La segunda jornada arrancó con el hablar pausado de David García y Ana Noriega, de la Fundación Napalpí, parte del equipo que investigó junto a Juan Chico.

 También subió al escenario del auditorio, Ramona Pinay, nieta de una de las sobrevivientes, quien eligió hacerlo haciendo uso de su derecho a que una psicóloga la acompañe.

Como en una película de ciencia ficción en la que a través de hologramas se simula un escenario lejano, Mariana Giordano, historiadora e investigadora del Conicet y Elizabeth Bergallo, antropóloga social/ investigadora de la UNNE, fueron construyendo el escenario de 1924 y señalando a su paso las responsabilidades del Estado, de criollos colonos como instigadores, de la ciencia y de la universidad, como cómplices

Exposición de la investigadora Mariana Giordano

Mariana explicó que en un informe especial del diario El Heraldo del Chaco, después Heraldo Norte, al año siguiente, se mencionó por primera vez que lo que hubo en Napalpí, fue una masacre. Giordano,también mostró fotos que consiguió en Berlín para sus estudios, las que sacó Lehman Mische, el antropólogo alemán, que andaba por la región por esos días haciendo trabajo de campo para el Museo de la Plata. Por esos días se tomó la imágen del avión que tanto se ha divulgado, y en la que se pueden ver a los indígenas con pañuelos blancos al cuello, accesorio los marcaba a quiénes no habían adherido a la huelga. Pero Lehman no menciona la masacre, no hay fotos de ese día, por eso dice la investigadora se habla de la complicidad de la ciencia.

Luego de conseguir las fotos Mariana las expuso en Colonia Aborigen, y fue tal el impacto que tuvo en la comunidad que cambió el acuerdo con el Instituto Iberoamericano de Berlín y pagaron un canon para que esos registros queden en la comunidad 

Bergallo a poco de comenzar su exposición, recordó una expresión de la época: indio suelto, indio muerto…imposible escucharla y no quedarse detenida ahí mientras continuamos escuchando, como en segundo plano las explicaciones que sostenían esa afirmación. Indio suelto, indio muerto…referido al concepto instalado, y reforzado en medios, palabras oficiales y hasta en la escuela, de que el indígena bueno era el que estaba en una reserva,  en estado de semiesclavitud, como más adelante dijo Francisco Tete Romero, con suerte cobrando con vales, con ropa vieja.

 Por esos años ya hubieron otros reclamos indígenas menos conocidos. Como la huelga en Tucumán, rememora la investigadora chaqueña. En la reserva de Napalpí había mayoritariamente moqoit y qom pero también charrúas, vilelas ilustró la antropóloga, y que los líderes eran los chamanes, jefes religiosos que al momento de la matanza estaban haciendo una ceremonia, cuando pasó el avión tirando caramelos para atraerlos a un espacio común.Juan Chico solía decir que Napalpí fue la primera vez, que se tenga conocimiento hasta ahora, en que el Estado empleó un avión para hacer terrorismo.

Alumnos de escuelas que asistieron a las audiencias

El informe policial después de la masacre detalla la muerte de cuatro personas en una revuelta, además de otras groserías nunca se tomó el testimonio de los indígenas. Elizabeth nos sitúa una vez más en la época, esta vez en un escritorio. Los modos de investigación de la universidad en esa época, no incluían la voz del otro, no se hacía trabajo de campo, se trabajaba desde los escritorios. Desde ese lugar se entiende la entrega del premio Napalpí, a la verdad histórica a Fabio Echarri, por una investigación basada en el informe policial que mencionaba a sólo 4 muertos. Esto no es personal, era el modo en el que se investigaba, aclaró Bergallo.

El rompecabezas continuó sumando partes con los testimonios del día siguiente , en encuentros grabados, primero con Mario Irigoyen, hijo de la sobreviviente Melitona Enrique, que fue desprendiendo los recuerdos que compartió con su mamá. El pago en la reducción que con suerte era con plata, sino con bonos, con ropa vieja o con comida, que muchas veces tenía gorgojos. La mutilación luego de la matanza, de orejas y testículos. Luego con Rosa Delgado, nieta de Rosa Chará otra de las sobrevivientes quién escuchó a su abuela contar que toda la familia cosechaba en la reducción, que todos saben que los cuerpos fueron enterrados en el lote 39, que conocen como La Matanza.

Francisco Tete Romero, profesor de historia y escritor,  fue describiendo el proceso por el cual se puede ver a la masacre como parte de una idea de país, en el cual los indígenas molestan porque ocupan una tierra de la cual  hacendados buscaban apropiarse (el %70 de la tierra no estaba loteada- recordó Romero) y vuelven a molestar cuando ya no soportan la semi esclavitud en la que vivían. Se refirió medios que contaban lo que pasaba como La Voz del Chaco, que en las publicaciones de esos días dejaron en claro que los trabajadores indígenas de la reserva de Napalpí, no tenían intenciones de rebelarse, a pesar de todo pero también mencionó la construcción política subjetiva de diarios como La Nación, usando hechos aislados y provocados para justificar matanzas. El dramatismo, la exageración y la estigmatización. El Chaco, refrescó Romero, fue el primer territorio en el que se cultivaba algodón y que requería mucha mano de obra, el 

éxodo indígena hacia otras provincias buscando mejor paga, activó la decisión del gobernador del territorio, Fernando Centeno que  prohíbe el desplazamiento.

Educar para crear un enemigo 

Cuando le tocó el turno a Teresa Artieda, Licenciada en Ciencias de la educación, que tiene muchos años investigando sobre educación y pueblos indígenas, arrancó contando que antes de declarar habló con un amigo qom que le dijo que no duerme y que llora desde que comenzó el juicio, lo contó cuando la jueza Niremperger le preguntó como a todos los que expusieron, si tenía algún interés particular en este caso. Ella expuso el dolor que atraviesa 98 largos años. Para Teresa lo que pasó no fue un accidente sino un hecho esperable. Apretando la síntesis, ya que sólo diez minutos les daban a cada uno, para que pudieran hacerlo todos, habló de cómo del estudio de más de cien libros de lectura se puede concluir que los recorre un discurso desvalorizador y peyorativo hacia el indígena, abundó en la construcción de una idea que convirtió al originario en un enemigo, agresor de la familia, un ser irracional al que había que eliminar.

La profesora Laura Rosso, compartió sus estudios en Ciencias de la Educación, como investigadora de la UNNE y como docente de muchos años en una escuela indígena, contó cómo en las disposiciones de la época se referían a los indígenas como de inteligencia limitada y desde un vínculo paternalista. Recién en 1913, aparece un proyecto de escuela indígena por fuera del sistema nacional, de dos años de duración y para los meses en los que los niños no trabajaban en la zafra, a pesar de que ello, en los documentos argumentan que la presencia de ellos dependía de sus padres, sin alusión a las exigencias que existían de que estuvieran en el campo a la par de los adultos.

Dos cajas llevó Gabriela Barrios, en sus relatos. Dos cajas, una que encontraron en el archivo histórico de la provincia y otra, en el Poder Judicial, con otras partes del puzle. Un listado de la policía que componía el personal de tropa, que se alistó el 15 de julio. 35 personas estaban en ese listado con la descripción de sus armas de guerra. También un registro de Nación, con fecha 11 de junio de 1924, que menciona una actitud enconada hacia los indios, que un funcionario local pudo corroborar que en Napalpí se estaban reclamando condiciones abusivas, describió Barrios, magíster en políticas sociales y licenciada en trabajo social.

Diaguitas y quechuas presentes en el inicio del juicio

Más tarde el doctor en historia, Alejandro Jasinski, se refirió a una cadena de un sistema represivo y de una serie de represiones legales con la participación de empresarios participando, señalando y alentando como el caso paradigmático de Luis Carrió, hacendado, propietario e instigador de la violencia hacia los indìgenas, quien fue nombrado Juez de Paz y titular del Registro Civil de Quitilipi, quién ratificó las muertes informadas por la policía sin ver los cuerpos pero además aparece en el informe policial como un simple vecino.

Lo sucedió Rubén Guillón que se refirió a la masacre del Zapallar, nombre anterior al actual  General San Martín, acotando también que está en pleno proceso de investigación, Pedro Solans por videollamada dijo entre otras cosas que la sociedad de esa época avaló la matanza y el cierre con Felipa Laleqori, sobreviviente moqoit, a la que pudimos ver gracias a una grabación  y escuchar a través de la traducción de su hijo contó cómo su papá relataba que logró escapar antes de que empezaran dispararse los primeros tiros. La mano del Fiscal Carniel, sosteniendo la de Felipa mientras la escuchaba se asemeja a esa justicia que buscamos un servicio que pone la mirada en el otro y trabaja para dar las respuestas que buscamos, en este caso una vez más memoria,verdad y justicia

Categoria: Derechos Humanos/ Indígenas, Justicia | Comentarios: 0

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