Vivir para contarlo


Una biografía de Úrsula Sabarece a través del lente de Rocío Navarro
En una conocida canción del folclore nacional, Víctor Heredia habla de lo que significa para él sobrevivir. Y en la última estrofa hace una declaración de principios, diciendo que ya no quiere ser sólo un sobreviviente y quiere elegir el día para su muerte.
Algo de esa idea revolotea el ensayo fotográfico de Rocío Navarro y Úrsula Sabarece que está actualmente exhibido en el “Museo de Medios” y que lleva ese nombre: Sobreviviente. El fundamento para ese nombre es que el promedio de vida en América Latina para la población trans es entre 35 y 41 años.
Una vez más, contra todos los mandatos, Úrsula sobrevivió también a ese destino trágico. Y para celebrarlo decidió poner el cuerpo y todas sus marcas delante de la cámara de Rocío. El resultado, los invito a verlo con sus propios ojos, es una mezcla de diversión, emoción y amor, mucho amor.
El recorrido es corto pero intenso: arranca con un no poco provocador y muy estético desnudo “cuidado” (como dicen en la tele) en la vidriera del museo que invita a entrar a los despistados transeúntes. Adentro, se suceden situaciones de la vida cotidiana de una mujer que abre las puertas de su casa y de su vida para que la espiemos. La apuesta no es menor, la exposición sirve para aplacar la intriga y a la vez para ponerle el cuerpo como ya lo viene haciendo desde todos los espacios en los que milita. Porque lo que queda claro con la muestra es que, ante todo, Úrsula es una militante de la vida.
Como ella misma contó en la inauguración de la muestra, no son pocas las peripecias que atravesó para llegar a este presente. Y por eso también, por ser una sobreviviente, se carga al hombro muchas de las reivindicaciones de sus compañeras, entre ellas el cupo laboral trans efectivo y la no discriminación en cualquier ámbito.
Se considera una afortunada y de alguna manera lo es. Fue contra muchas convenciones sociales y también pudo vivir para contarlas. Y más allá del impacto inicial de la muestra, particularmente vi a muchos detenerse en una de las que más orgullo parece provocarle, para la que escribió el texto “Transición”, en el que recorre lo que atravesó para llegar a ser reconocida jurídicamente.
La explicación del interés en esto que nació en respuesta a una Convocatoria para Proyectos Expositivos y que fue avalado por los artistas Jorge Tirner, Cristina Matta y Ángela Rodríguez, de alguna manera la ofrece la fotógrafa Rocío Navarro en las letras que caminan sobre la foto de Úrsula desnuda. Por eso importa espiar como fue su infancia, su adolescencia y su presente, como persona, como mujer, como activista política y social. Porque como buena militante, le pone el cuerpo, la sensibilidad y la fuerza a la pelea por un mundo más justo.
Rocío también invita a entrar y ver a través de las palabras: “’Soy una mujer con pene, firmé la paz con mi propio cuerpo’, dice. En septiembre de 2016, Úrsula cumplió 40 años. Es una sobreviviente. En Latinoamérica, la esperanza de vida de las personas Trans oscila entre los 35 y los 41 años. Transgénero son quienes asumen una identidad de género diferente al sexo que les asignaron al nacer. Transexuales, quienes han buscado una reasignación genital. Travesti remite, a veces, a una identificación generacional: los cuerpos siliconados de los ‘80, “cuando las travas tenían que parecerse a las mujeres porque su cuerpo era su trabajo”. Aunque el mercado laboral todavía las excluye descarnadamente. Y los legisladores siguen sin aprobar el cupo laboral Trans. Pero Úrsula sobrevive”.
Por eso, para no ser sólo sobrevivientes, hay que salir a luchar en el espacio público todos los días. Úrsula y Rocío lo saben y lo ponen en práctica con imágenes y con palabras. El convite está hecho: la muestra es gratuita y estará hasta el 8 de diciembre en el Museo de Medios de Comunicación “Raúl Delfino Berneri”, Pellegrini 213.