Presa si, mascota no


*Cecilia Solá
Presa o muerta la quieren.
Sueñan con callarla, porque domarla no han podido, y los seis años que pudieron conseguir no son nada frente al Premio Mayor que la mafia judicial les regala en bandeja al Grupo Clarín, el «punto final» que creen haber obtenido frente al problema CFK: su proscripción.
En un vivo picante, bien al estilo Cristina, la Vicepresidenta expone brutalmente los hilos que unen a Clarín, los jueces y el PRO, reconoce que este es un ajuste de cuentas por haberles escupido el asado que se iban a hacer con Telecom y destroza cada una de las mentiras y desprolijidades maliciosas de un proceso cuya sentencia estaba decidida hace rato.
Los chats del escándalo revelan la facilidad con se fraguan documentos, se aleccionan testigos, se orquestan operaciones de prensa, se amenazan instituciones, y se establece lo que Cristina nombra como un estado paralelo, en manos de una cofradía masculina e impune que habla de limpiar mapuches y apretar instituciones con la naturalidad de quien puede, quiere y suele hacerlo habitualmente.
El fallo contra Cristina Fernández de Kirchner es el acto de mayor violencia ejercido contra el orden democrático de nuestro país desde que se recuperó la institucionalidad. Y no se aparta un ápice de los patrones perfectamente reconocibles con los que actúan: construcción del enemigo, fogoneo del odio a través del discurso y finalmente un acto de violenta ilegalidad ya anunciado y naturalizado desde la construcción previa.
Cristina Fernández de Kirchner es mujer. Pero no cualquier mujer: es una atrevida, una insolente. Una mujer en ejercicio pleno de un poder adquirido por la validación popular, una mujer preparada y experimentada en las lindes políticas nacionales e internacionales y que no solo no les demuestra temor ni respeto sino que los desafía abiertamente, los expone y los chicanea.
Cristina Fernández de Kirchner es el símbolo a destruir para consolidar este golpe no tan blando a las instituciones democráticas que podrían oponerse al reinado de Magneto y su corte.
La violencia política, engendrada en la violencia simbólica tiene su corolario en esta sentencia aleccionadora: esto les pasa a las desobedientes, a las yeguas negras putas y locas que se atreven a cuestionar las acciones de los machos poderosos.
Y sobre todo, igual que hace cientos de años, es la hoguera en la que han de arder las brujas que tanto miedo les dan.
Porque a no engañarse: esta sentencia es la prueba irrefutable del temor rabioso que les produce la Vicepresidenta desde su capacidad, su validación popular, su insolencia política y su inquebrantable resolución de enfrentarse a lo que públicamente denominó mafia, sin dudar en nombrarlos con nombre y apellido, un atrevimiento que ha costado incluso vidas.
Callada o muerta quieren a una mujer en el poder que no les hace reverencias.
Callados o muertos corremos el riesgo de terminar si no nos oponemos con todas nuestras fuerzas a este nuevo atentado a la democracia.
Porque podés no coincidir con Cristina. Y para eso están las urnas. Esas urnas a las que les temen tanto.
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