La larga lucha chaqueña por ser provincia: la conquista de la ciudadanía. Tercera Parte.

Por el


Uno. La hora de los derechos laborales, un líder político y su alianza con el movimiento obrero.

Para entender el 8 de agosto de 1951, debemos comprender, por un lado, que el triunfo electoral del peronismo en 1946 representó vivir la democracia como política de ampliación de derechos otrora vedados a las grandes mayorías. Por otro lado, para interpretar dicho proceso histórico desde sus causas internas -o chaqueñas- tenemos que conocer la campaña que tanto los gremios y la delegación de la CGT realizaron a favor de la provincialización, en especial, el Sindicato Único de Trabajadores Rurales, encabezado por Felipe Gallardo, apoyados decisivamente por Eva Perón.

Tampoco puede entenderse el por qué ese sindicato que nucleaba a obreros rurales fue tan decisivo para constituir un sujeto deseante de la causa de nuestra provincialización, sino contextualizamos que en 1947 sólo el 30,1 por ciento de su población era urbana y el 69,9 rural (sobre un total de 430.555 habitantes) y en 1960 el 60,4 contra un 39,6 urbana, datos extraídos de “Chaco. Su historia en cifras”1. Entonces, si la población era mayoritariamente rural, y la actividad económica agraria muy pujante, podrá comprenderse que la cantidad de trabajadores rurales era muy significativa, ya que por aquel entonces tales tareas no se encontraban mecanizadas. Asimismo, debe tenerse en cuenta, en especial, que dichos trabajadores eran los más explotados, tanto por las características de la patronal rural -terratenientes políticamente conservadores-, como por carecer de legislación laboral, de instituciones que los protegieran y de gobierno y parlamento propio, elegidos por ellos mismos, a quienes reclamar. Por eso no es de extrañar que cuando el coronel Perón como Secretario de Trabajo y Previsión Social propone y hace sancionar el 8 de octubre de 1944 el Estatuto del Peón Rural, tal acontecimiento tuvo como repercusión casi inmediata en el Chaco, la creación en febrero de 1945 del Sindicato Único de Trabajadores Agrarios, a cuya cabeza estuvo Don Felipe Gallardo.

Porque tal estatuto estableció por primera vez condiciones de trabajo humanitarias para los asalariados rurales no transitorios, entre ellas: salarios mínimos, descanso dominical, vacaciones pagas, estabilidad, condiciones de higiene y alojamiento.

“El 18 de noviembre de 1944 se promulgó el Decreto Ley N° 28.194 del Estatuto del Peón de Campo, sancionado el 8 de octubre, modernizando “la situación semi feudal en que aún se encontraban los trabajadores rurales, alarmando a los grandes estancieros (latifundistas) que controlaban las exportaciones argentinas. El 30 de noviembre se establecieron los tribunales de trabajo, resistidos por el sector patronal y los grupos conservadores…. De esta forma se fortaleció el poder de negociación de los sindicatos rurales, estableció el Estatuto del Tambero-Mediero, respaldó públicamente y se comprometió a mantener la rebaja obligatoria del precio de los arrendamientos y la suspensión de los desalojos, y trasladó al Consejo Agrario Nacional al ámbito de la Secretaría de Trabajo y Previsión, desde donde se llevaron adelante algunas expropiaciones. Perón sostendría: “La tierra no debe ser un bien de renta, sino un bien de trabajo” (Felipe Pigna, el historiador.com.ar).

Felipe Pigna2 3 recupera el pensamiento de Perón en relación al estado social de los trabajadores rurales y el porqué de la necesidad de un estatuto laboral específico.

“Este estatuto tiende a solucionar posiblemente uno de los problemas más fundamentales de la política social argentina. La situación del peón en el país es de extraordinario desmedro para los hombres que trabajan en el campo. La Constitución del 53 abolió la esclavitud, pero lo hizo teóricamente porque no es menor la esclavitud de un hombre que en el año 44 trabajaba para ganar 12, 15 ó 30 pesos por mes. Y esa es la situación del peón. Se encuentra en una situación peor que la del esclavo, porque a éste el amo tenía la obligación de guardarlo cuando viejo, hasta que se muriera; en cambio al peón, cuando está viejo e inservible le da un chirlo como al mancarrón para que se muera en el campo o en el camino. Es una cuestión que ningún hombre que tenga sentimientos puede aceptar. Yo sé que el Estatuto del Peón ha sido, es y será resistido, pero sé también que ha sido, es y será indispensable establecerlo. No tomaremos medidas violentas para hacerlo ejecutar, pero queremos que entre esto en el ambiente de una vez y que, paulatinamente, vaya ejecutándoselo en la mejor forma posible, para que en nuestro país no exista en adelante, la vergüenza actual de que casi medio millón de hombres esté ganando menos de 45 pesos por mes, mal cobijados, mal vestidos y mal comidos.”

Otro tanto ocurría con el resto de los trabajadores que entre 1944 y 1945 asistieron a la concreción de una legislación laboral que le reconocía derechos por los cuales hacía mucho tiempo venían luchando. Podemos citar, por ejemplo, la generalización de la indemnización por despido, que existía desde 1934 para empleados de comercio, jubilaciones para empleados de comercio, la creación de la justicia laboral, aguinaldo, eficacia real de la policía de trabajo, ya existente, para garantizar su aplicación, y por primera vez la negociación colectiva, que se generalizó como regulación básica de la relación entre el capital y el trabajo, a partir de 1944. Porque ese año se firmaron 123 convenios colectivos que alcanzaban a más de 1,4 millones de obreros y empleados, y en 1945 se firmarían otros 347 convenios, que cubrirían a 2,2 millones de trabajadores. Vale la pena leer al respecto el texto de Alberto José Robles4. Allí podemos comprobar como esa revitalizada secretaría de trabajo convertía en realidad los programas históricos del sindicalismo nacional, porque en apenas dos años se pasó de la sanción del decreto ley 33.302/43, que extendía a todos los trabajadores las indemnizaciones por despido, a la del Estatuto del Periodista, a la creación después del Hospital Policlínico para obreros ferroviarios, así como también se prohibieron las agencias privadas de colocaciones y se fundaron escuelas técnicas orientadas a obreros.

Pero la otra novedad histórica que produjo Perón desde esa secretaría que careció de valor hasta el momento en el que él la ocupó, fue la de gestación de tales leyes con la participación de líderes sindicales en cargos importantes del departamento de trabajo de dicha secretaría, tal como lo documenta Hugo Del Campo5 en su texto ya clásico “Sindicalismo y peronismo: los comienzos de un vínculo perdurable”.

“Perón designó a los líderes sindicales en los principales cargos del departamento y desde allí pusieron en marcha el plan sindical, adoptando inicialmente una política de presión sobre las empresas para que resolvieran los conflictos laborales por medio de convenios colectivos de trabajo. La vertiginosa actividad del Departamento de Trabajo ocasionó el creciente apoyo a su gestión por parte de dirigentes sindicales de todas las corrientes: socialistas, sindicalistas revolucionarios, comunistas y anarquistas, y a su vez incorporando a otros socialistas como José Domenech (ferroviario), David Diskin (empleados de comercio), Alcides Montiel (cervecero) y Lucio Bonilla (textil); sindicalistas revolucionarios provenientes de la Unión Sindical Argentina, como Luis Gay (telefónico) y Modesto Orozo (telefónico); incluso a algunos comunistas como René Stordeur (gráficos) y Aurelio Hernández (sanidad) ​y hasta trotskistas como Ángel Perelman (metalúrgico).

En conclusión, tal como sostiene Alberto José Robles (1987), la “Secretaría de trabajo, con el apoyo de un sector cada vez más importante del sindicalismo, estaba reconformando masivamente la cultura que sostenía las relaciones laborales”, lo que significó la ruptura del “predominio del paternalismo característico de la estancia”.

Un exponente del sector patronal opuesto a las reformas laborales «peronistas» sostenía por entonces que lo más grave de las mismas era que los trabajadores habían «comenzado a mirar a los ojos» a sus empleadores” (Robles, Alberto José, 1987).

Dos. La militancia sindical chaqueña para la construcción de un sujeto deseante de la provincialización.

En el orden local, tal como escribe Gutiérrez Viñuales6, “fue mermando notablemente la lucha en las filas socialistas y comunistas, ya que ambas fuerzas estuvieron más cerca del conservadurismo que del obrero” (p. 25).

“La «Asociación de Fomento de los Territorios de Chaco y Formosa», presidida ahora por el doctor Luis María Urdaniz, además presidente de «Quebrachales Fusionados S.A.», se alejó también de los reclamos, lo cual queda reflejado en las páginas de su medio de difusión, la revista «El Chaco», fundada en 1927 y que en 1944 pasó a denominarse «Chaco y Formosa». Todas estas organizaciones pasaron a ser «situacionistas», es decir, se mantuvieron acordes con el gobierno nacional, avalando su accionar” (p.25).

El movimiento obrero fue, precisamente, quien nucleado y organizado en la recién creada Confederación General del Trabajo -CGT- sección Resistencia, encabezó decididamente las acciones a favor de la provincialización del Chaco.

“En Zapallar, cuarta unidad económica del Chaco, se formó en 1944 el «Sindicato de Obreros de Oficios Varios», adherido de inmediato a la recientemente instaurada Confederación General del Trabajo sección Resistencia. De esta C.G.T. pasaron a depender tres Subdelegaciones regionales, una en Presidencia Roque Sáenz Peña y otras dos en Villa Angela y Zapallar. El 10 de febrero de 1945 se creó en esta última población, el «Sindicato Único de Trabajadores Agrarios». A partir de la labor de esta institución comenzará la inquietud por llevar hacia adelante la lucha por la provincialización, durante la década del cuarenta” (Guitérrez Viñuales, 2001, p.27).

En cuanto a este último sindicato, Gutiérrez Viñuales afirma que se trató de la “única organización gremial sindical de agricultores del Territorio”, y su importancia “radicó en la firme presión ejercida para hacer cumplir en su totalidad los decretos para los trabajadores dados por el P.E.N. y a los cuales se resistían los terratenientes poderosos”.

“Además del deseo de provincialización, el «Sindicato» luchó por la expropiación de tierras de la zona, parte en manos de la Bunge y Born y parte en poder de Agar-Croft (25.000 has.), empresa dueña de la Estancia «El Bermejo». La organización y labor del «Sindicato» fue notable: poseía obra social propia, mantenida con recursos genuinos recaudados a través de cuotas, ofreciéndose al trabajador atención médica y farmacéutica; donó además un edificio para la E.N.E.T. Nº 1 de Zapallar” (Gutiérrez Viñuales, 2001, p.27).

Dicho sindicato encarnó en esos años el sujeto social y político más dinámico, porque asumió la causa de la provincialización no en abstracto, sino como causa de los/as trabajadores/as, porque para transformar la realidad social de injusticia propia del territorio, tenían que bregar por ejercer la ciudadanía plena, la que solo se lograría, si nos convertíamos en provincia, condición necesaria pero no suficiente para tal transformación. Por eso su accionar y prédica se extendió, como escribe Gutiérrez Viñuales, al resto de “los trabajadores del Interior del Territorio”, a través de “reuniones, asambleas, actos, petitorios” que “se desarrollaban sucesivamente hasta en los puntos más alejados tales como Taco Pozo y Pintado, población esta lindante con el Río Teuco y que no tenía caminos para comunicarse con los demás pueblos” (p.28). Dos de los sindicalistas chaqueños más destacados en dicha tarea fueron Carlos Gro, secretario general de ATE (Asociación de Trabajadores del Estado) y Demetrio Sepúlveda (aceitero). El logro más notable del sindicato agrario, junto con la CGT, fue convertir la causa de la provincialización en causa de los trabajadores chaqueños.  

“En cuanto a las otras fuerzas locales, los partidos políticos, con la salvedad del peronismo, no se manifestaron a favor de la provincialización. El peronismo no tenía demasiado peso en el Territorio, no así la C.G.T. que había nucleado a la mayoría obrera. No había tampoco una conciencia popular suficiente para reclamar los derechos correspondientes y hacia allí apuntó el «Sindicato» de Gallardo, quien prometía a los habitantes que con la autonomía se iban a producir mejoramientos sanitarios, educacionales y culturales, se ejercerían las facultades cívicas y se crearían escuelas normales (lo cual cumplió Gallardo durante su mandato) más otras de nivel secundario y terciario” (Gutiérrez Viñuales, 2001, p.28).

Un momento gravitante de esta lucha lo constituyó el 19 de diciembre de 1948, cuando en El Zapallar, que ya era el centro de lucha más importante, como escribe Gutiérrez Viñuales (2001, p.28), se le entregó a José Espejo, secretario general de la CGT de Buenos Aires, “grandes listas con firmas de los obreros, carpetas con documentación y datos estadísticos y un pedido escrito de provincialización”. Gallardo era ya por ese entonces comisionado municipal de El Zapallar.

 “Se hicieron cinco copias del petitorio para ser entregadas, una a la C.G.T. Resistencia, y las cuatro restantes a la Cámara de Diputados de la Nación, a la de Senadores, al presidente Perón y a su señora esposa Eva Duarte de Perón” (Gutiérrez Viñuales, 2001, p.28).

En el orden nacional, el 11 de marzo de 1949 se produce un acontecimiento trascendente, porque con la reforma constitucional de ese año, inspirada en un fuerte constitucionalismo social y la sapiencia de Arturo Sampay -uno de los grandes constitucionalistas de nuestra historia-, se incorporan los derechos de segunda generación, los llamados colectivos. Pero, además, tal como plantea Gutiérrez Viñuales “se otorgó a los Territorios, por artículo 82, el derecho a participar en las elecciones de presidentes y vicepresidentes de la Nación, conformando un único distrito con la Capital Federal y las provincias” (pp. 28-29).

Tres. El rol decisivo de Evita y su alianza con los trabajadores chaqueños.

Ahora bien, el primer contacto decisivo entre los trabajadores y Evita Perón se produjo el 7 de julio de 1949, cuando ésta llegó a Resistencia para inaugurar, por un lado, el Barrio Obrero que llevaría su nombre (luego del golpe de 1955 denominado Monseñor De Carlo); y por otro lado, como escribe Miguel Ángel Fernández7 en “Gallardo. El canillita gobernador” para “presidir la inauguración de la sucursal Resistencia del Banco Hipotecario Nacional”, en el edificio que sigue en la actualidad. Allí, “Eva Perón concedió una audiencia a una delegación de la CGT que integraba Gallardo, recibiendo el pedido formal de la provincialización y respondiendo que les daría el mayor apoyo posible” (p. 69).

El segundo encuentro, es calificado tanto por Gutiérrez Viñuales (2001) como por Miguel Ángel Fernández (2017) como “el envión final de la provincialización”. Esto sucedió cuando una delegación de la CGT y del Sindicato Único de Trabajadores Agrarios participó del Tercer Congreso Agrario Nacional, realizado en Buenos Aires el 26 de marzo de 1951. Porque en dicho marco los trabajadores chaqueños volvieron a ser recibidos por Evita. Cabe destacar que Gallardo, además de seguir siendo el secretario general del Sindicato Único de Trabajadores Agrarios, era vicepresidente de la Federación Argentina de Sindicatos Agrarios.

“Los tengo muy presentes a los chaqueños y estoy muy orgullosa de su organización agraria”, le dijo la primera dama al agradecer el saludo. El sindicalista Carlos Gro insistió enseguida sobre el petitorio de la provincialización. La respuesta fue: “De ninguna manera los he olvidado y creo que pronto tendrán buenas noticias” (Fernández, Miguel Ángel, 2017, p. 73).

Dos meses después, nos recuerda Gutiérrez Viñuales (2001, p.31) el presidente Perón “invitó, a través del Mayor Martín Carlos Martínez, exgobernador del Territorio entre 1944 y 1946, a todos los gremios pertenecientes a las Subdelegaciones Regionales de la C.G.T., a participar de una reunión en la Casa Rosada”

 “Doscientas personas aproximadamente participaron de la entrevista, entre ellos Felipe Gallardo, integrante de la C.G.T. Regional Resistencia desde el 24 de febrero de 1946 y vicepresidente de la «Federación Argentina de Trabajadores Agrarios», cargo que siguió ejerciendo aún siendo gobernador de la provincia. Perón les aseguró que su esposa se estaba ocupando personalmente del estudio de sus reclamos y que muy pronto lograrían la provincialización deseada” (p.31).

Cuatro. La hora señalada.

En 18 de junio de ese intenso 1951, tal como informan Zalazar8 y Fernández (2017), “una numerosa delegación de trabajadores del Chaco y de La Pampa, encabezados por dirigentes gremiales de estos distritos, entrevistó al Presidente Perón y a la Sra. Eva Perón”, con el objeto de reiterar la solicitud”. Dicha gestión obtuvo una respuesta inmediata y positiva de Evita, quien fue la primera en recibirlos en el Ministerio de Trabajo. Allí le entregaron un petitorio que, tal como documenta Fernández (2017) “sería la base de una petición inmediata ante ambas cámaras del Congreso Nacional, fechada el día 27” de ese mismo mes. Luego los recibió Perón, “que, por tratarse de tanta gente, debió recibirlos en la planta baja de la Casa de Gobierno, ratificando con énfasis que chaqueños y pampeanos obtendrían rango federal lo antes posible” (Fernández, Miguel Ángel, 2017, p. 75).

Zalazar (2017) evoca la nota de Evita que se hizo célebre al Presidente del Senado Dr. Juan Hortensio Quijano, en la que solicitaba, como “mujer argentina que se ha visto honrada con la presidencia del movimiento femenino peronista”, “que haciendo oídos a un viejo clamor de los territorios nacionales de La Pampa y el Chaco se edite una ley que los convierta en nuevas provincias argentinas” (p. 109).

«…Han llegado a la mayoría de edad -decía Eva Perón- y es necesario, de una vez por todas, hacerles justicia…. Han templado su civismo en la escuela de sus municipios. Sus recursos son notables. (…). Todo lo tiene… el Chaco: ante todo, recursos propios, como para constituir una unidad económica autónoma…, población como para trabajar sus tierras… y cultura cívica. (…). …La Pampa y el Chaco deben ser provincias…. En la Argentina del general Perón, en la Argentina justicialista, esa injusticia no debe persistir…» (Gutiérrez Viñuales, 2001. P.31).

Voluntad política de ampliar derechos. Porque en el Senado se presentó el proyecto que sería, en definitiva, la base para la futura ley Nº 14.037 que provincializaba a los territorios del Chaco y La Pampa. Lo firmaba, en primer lugar, el contraalmirante Alberto Teisaire, presidente del Partido Peronista y que fue, posteriormente, en 1954, vicepresidente electo de la Nación tras la muerte de Hortensio Quijano. Su debate se realizó el 5 de julio y con pocas modificaciones terminológicas, ese proyecto fue aprobado por unanimidad.

Por otra parte, entre el 5 y 6 de julio, en la cámara de Diputados, se aprobaba como ley Nº 14.032, el proyecto de «Ley Orgánica de Elecciones Nacionales» presentado por el Presidente de la cámara Héctor J. Cámpora, también a instancias de una nota de Evita. Su resultado fue que por el artículo 182 de dicha ley se instituyó la elección de «delegados» (con voz y voto) de los Territorios a la Cámara de Diputados, lo que empezará a realizarse desde 1952.

Dos semanas después, entre el 19 y 20 de julio de 1951, en la 19ª reunión de Diputados, se produce el debate fundamental, en Diputados, para la aprobación de la ley de provincialización del Chaco y La Pampa. Al término de discusiones acaloradas el proyecto fue aprobado el 20 de julio. El 8 de agosto de 1951 el Poder Ejecutivo Nacional promulgó la ley Nº 14.037 provincializando los territorios nacionales del Chaco y La Pampa. Una Convención Constituyente de quince miembros debía sancionar ahora, en un plazo de noventa días, una Constitución.

Bibliografía citada:

  1. Chaco. Su historia en cifras (2011). Gobierno del Pueblo de la Provincia del Chaco. Características de la población-Información Censal, p. 339. Resistencia: Consejo Federal de Inversiones, Fundación Norte y Sur y Librería de la Paz.
  2. Pigna, Felipe (2017). Juan Domingo Perón sobre el Estatuto del Peón. En: w https://www.elhistoriador.com.ar/frases/ascenso_y_auge_del_peronismo/juan_domingo_peron_sobre_el_estatuto_del_peon.php ww.el historiador.com.ar
  3. Pigna, Felipe (2008). Los mitos de la Historia Argentina 4, p. 54. La Argentina Peronista (1943-1955).
  4. Robles, Alberto José (1987). Breve Historia del Movimiento Obrero Argentino 1852-1987, el rol de la unidad y protagonismo de los trabajadores. Buenos Aires: 9 de julio.
  5. Del Campo, Hugo (2012). Sindicalismo y peronismo: los comienzos de un vínculo perdurable, p. 53. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Argentina.
  6. Gutiérrez Viñuales, Rodrigo (2001). La Provincialización del Chaco, El histórico proceso de un anhelo (1884-1951). Buenos Aires: Fundación Cedodal. En: http://www.ugr.es/~rgutierr/PDF2/LIB%20005.pdf
  7. Fernández, Miguel Ángel (2017). Gallardo. El Canillita Gobernador. Resistencia: editorial Contexto.
  8. Zalazar, Roberto de Jesús (2013). Del Territorio a la Provincialización. Resistencia. Editorial Contexto.

*Escritor, docente y editor.

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