Pensar con los clubes cómo prevenir las violencias

Por el


(*)

En los últimos tiempos, cada vez más, mujeres y disidencias de los clubes de Argentina están pidiendo que se respeten sus derechos a practicar deportes libres de violencias. La ley Micaela y otras leyes que exigen trabajar contra las violencias hacia la mujer y otras identidades, empujan a estas instituciones a repensar modos diferentes de relacionarse.

Julia Hang es Licenciada en Sociología y Doctora en Ciencias Sociales por la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y dedica gran parte de su carrera a investigar sobre las prácticas deportivas, además de practicar deportes. Tiene numerosos trabajos publicados, entre ellos, un libro que fue presentado en el primer Congreso de Deporte, Género y Diversidad que se realizó en Resistencia, Chaco, los primeros días del mes de marzo, Deporte y Etnografía, pensar la investigación entre los géneros y cuerpos que (no) importan, junto con Nemesia Hijós y Verónica Moreira.

cada vez más, mujeres y disidencias de los clubes de Argentina están pidiendo que se respeten sus derechos a practicar deportes libres de violencias.

En la charla con Bohemia nos contó de qué se tratan los talleres en los clubes y qué está pasando con las identidades diversas que se incorporan a los planteles deportivos

¿En qué consiste el programa/taller que desarrollan en los clubes?

El trabajo que venimos haciendo con los clubes es parte de un proyecto de Extensión Universitaria que se llama Hacia Clubes Inclusivos. Jugar, Gestionar, Entrenar y Dirigir con Perspectiva de Género para Erradicar las Violencias. Es un proyecto que tiene sede en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de La Plata y allí lo que hacemos es articular con diversos clubes de la región de La Plata, de Berisso y de Ensenada, algunos de fútbol, otros de rugby y también de básquet para trabajar en conjunto y pensar estrategias para que los clubes puedan prevenir y sepan cómo abordar las violencias con motivos de género. El proyecto surge, por un lado, porque quienes lo integramos somos investigadoras, docentes y profes de educación física que venimos pensando en el deporte, sobre cómo transformarlo y, por otro lado, por la propia demanda de las instituciones de los clubes que empiezan a recibir, en los últimos años, reclamos, demandas, pedidos por parte de sus asociados y de sus deportistas que tienen que ver con la prevención y el abordaje de las violencias. Sabemos que en los últimos años lo que viene sucediendo es que se ha dado como una ampliación del concepto de violencia con motivos de género; prácticas que antes nos parecían normales o cotidianas, como el acoso callejero (que antes se llamaba “piropo” pero que ahora sabemos que es acoso), son prácticas que empiezan a ser desnaturalizadas y son puestas en cuestionamiento como violencia.

En ese sentido, a los clubes se les exige que den contención a estas demandas, que aborden esta problemática y los clubes, a su vez, se acercan a nosotros, al proyecto, para que los ayudemos a pensar y a implementar diversas herramientas para prevenir las violencias. Nosotras trabajamos con dos grandes ejes: el que tiene que ver con las masculinidades y el que tiene que ver más con prevención y visibilización de las violencias. En el eje masculinidades, trabajamos para repensar y reflexionar sobre los modos en los que, en la práctica deportiva, se ha promovido un tipo de masculinidad que se asocia con ser buen deportista: ser bien macho; y ser bien macho es bancarse un montón de cuestiones, como no llorar, no mostrar emociones o llorar únicamente porque perdemos, pero no porque estamos tristes. Hay un montón de atributos que se han asociado al deportista que tienen que ver con la masculinidad hegemónica; entonces, desde el proyecto, tratamos de desarmar esas ideas y acompañar a los clubes para que puedan promover esto que se llama “nuevas masculinidades”. Esto significa vivir la masculinidad de forma más libre, más abierta, sin tantos mandatos ni tantas mochilas y eso, a su vez, también impacta en el rendimiento deportivo, porque un deportista que puede habilitarse al diálogo, a conversar, a compartir con los compañeros… bueno, eso también va a impactar un mejor rendimiento deportivo.

Por el otro lado, toda la rama de visibilización de las violencias que trabajamos, más que nada con dirigentes de los clubes, tiene que ver con pensar que nosotros entendemos que para poder trabajar, para poder prevenir y para poder erradicar las violencias hay que saber visibilizarlas. Cuando una deportista viene y te dice que está recibiendo mensajes inapropiados del entrenador, tenemos que poder darnos cuenta de, por qué entendemos que eso es violencia; entonces, trabajamos sobre la ley de protección integral de prevención y de sanción y erradicación de las violencias hacia las mujeres, la Ley 26485, que tipifica todos estos tipos de violencia, que van desde las violencias más pequeñas, más mínimas, más invisibles, hacia las violencias físicas, porque son aquellas las que son la punta del iceberg. Trabajamos en conjunto con los clubes a partir de las propias problemáticas que ellos nos traen. No es lo mismo lo que sucede en un club de rugby que en un club de fútbol o en un club de fútbol femenino. Ahí estamos conversando con los clubes, pensando en conjunto. Hay muy buena predisposición, pero también hay dificultades y resistencias en este proceso de empezar a reconocer estas cuestiones.

Julia Hang en una charla en River Plate (foto de la página del Club)

El taller que realizan con los clubes se llama ¿Y Yo que Tengo que Ver?¿Por qué ese nombre?

 Se llama así porque ese es el desafío,  hablar de nuevas masculinidades, ya que está orientado principalmente a los varones. Buscamos  reflexionar un poco esa idea de que pareciera que las cuestiones de género son cuestiones de mujeres, que únicamente las mujeres pueden pensar esas cuestiones. La idea del “¿Y yo que tengo que ver?” es, por un lado, repensar el lugar de los varones en este proceso de ampliación de derechos de mujeres y, por el otro, repensar las cuestiones de género: cómo muchas veces el ser varón en la sociedad contemporánea implica justificar, habilitar un montón de violencias más pequeñas, más invisibles, que tienen que ver con en el mundo del deporte; por ejemplo, los bautismos deportivos. Todo ese tipo de cuestiones que, si nos ponemos a revisar, podemos encontrar maneras de desarmarlas para poder vivir ambientes más libres y sin violencia

Julia, ¿qué pasa con las diversidades?, ¿creés que una persona puede sentirse mejor en el lugar en donde entrena si puede expresarse libremente?,  ¿eso puede incidir en un mejor rendimiento? Últimamente hubo deportistas que se animaron a hablar de sus identidades y expresaron cómo había mejorado eso su vida diaria, pero también su rendimiento deportivo¿Hay un debate sobre las características físicas y cómo inciden en planteles divididos de manera binaria?

Me parece que ese es uno de los grandes debates que se vienen en el mundo del deporte;  en realidad, ya se está dando, pero cada vez va a cobrar más protagonismo. Acá en Argentina, lo que sucede es que nosotros tenemos una legislación de avanzada; en cuanto a la identidad de género, las personas tienen el documento según el género con el cual se autoperciben. Si el documento dice que yo soy varón (más allá de la biología, más allá de cualquier cosa), pero después viene la Federación de Básquet y dice “bueno, vos no sos varón, vos sos mujer, entonces, tenés que jugar con las mujeres”, eso es una contradicción y es sumamente violento. Cómo puede ser que las federaciones deportivas tengan más peso que la ley nacional. Bueno sobre estas cuestiones trabajamos.

Nosotras hemos visto y lo tenemos muy presente, que el deporte es uno de los ámbitos en el que el binarismo está mucho más arraigado y es muy difícil de desarmar, porque tiene que ver con cuestiones como que la superioridad es la superioridad masculina cis heteronormada. Entonces, si una persona que nació con el sexo biológico masculino y se autopercibe mujer tendría una ventaja deportiva, nosotras trabajamos con la idea de que la ventaja deportiva no tiene que ver únicamente con el sexo, con la cantidad de hormonas, sino que  las personas tienen otras historias integrales y que no necesariamente alguien que haya  nacido varón va a ser el mejor en cualquier equipo.

Y eso es algo que hay que desarmarlo y hay que seguir estudiándolo; hay que seguir construyendo evidencia, pero, fundamentalmente, lo que nosotras proponemos tiene que ver con pensarlo desde el lugar de los derechos. Una tiene un documento que dice que es mujer; los clubes, las instituciones en general, tenemos que poder alojarlas, contenerlas y darles un espacio más allá de lo que digan las federaciones. Esto es lo que hay que seguir viendo, son discusiones que se vienen. Hay quienes hablan ya de equipos mixtos, aunque esto implicaría hablar en términos de varones y mujeres, pero es sumamente difícil. Hay sentidos comunes muy arraigados que hay que seguir trabajando y desarmando. En Argentina tenemos jugadoras trans jugando en primera división del fútbol femenino; hay historias individuales de deportistas que han luchado fuertemente para poder jugar, entonces, ahí empezaron los reclamos legales.

Son discusiones que se están dando acá y en otras partes del mundo. Nosotras trabajamos sobre la idea de que no es que las personas no quieren hacer las cosas porque son malas, sino porque son sentidos construidos históricamente, desde hace miles de años, que tenemos que poder desarmar en una sociedad que está cambiando.

 ¿Te parece que se pueden plantear equipos diversos, que no respondan a la división varón/mujer?

Eso es parte de propuestas para pensar otras categorías: por peso, por altura, y no por género. En ese sentido, las instituciones tienen una tarea muy grande por delante y es visibilizar las diferencias o las desigualdades desde el inicio; por ejemplo: ¿qué pasa con una persona trans que llega a un club?, ¿qué le dicen en el club?, ¿cómo la reciben?, ¿a qué vestuario la o lo mandan? Esas pequeñas cosas cotidianas hacen que muchas personas queden por fuera de la práctica deportiva porque se sienten violentadas o no incluidas; ahí ¿cuál sería la ventaja deportiva para una persona que nunca tuvo la posibilidad de practicar un deporte y que ahora juega en una categoría femenina? ¿dónde radica la ventaja deportiva? Estas situaciones, que conllevan preguntas, nos permiten desarmar esas ideas de que la superioridad únicamente tiene que ver con la genitalidad masculina y con las hormonas. Ahora el compromiso que existe tiene que ver con medir la cantidad de hormonas masculinas que tienen las deportistas trans, entonces, si tenés determinada cantidad de hormonas, podes competir en la categoría femenina, si no, no podés. Y ese también es un proceso sumamente intrusivo y violento sobre los cuerpos de las y los deportistas que genera que el proceso de hormonización  tenga a su vez impactos negativos en la salud de las personas. Entonces, ahí ¿dónde estaría la ventaja deportiva? Es un poco más complejo que la idea de que el varón le gana a una mujer. Me parece que aún siguen faltando estudios que puedan dar cuenta de toda esta complejidad, pero yo creo que es algo que se viene, que los chicos y las chicas más jóvenes tienen una identidad que es mucho más fluida y, como sociedad, tenemos que poder acompañar esos cambios.

(*) fotografía publicada en Revista Anfibia


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