El derecho al aborto es también para las que no quieren interrumpir su embarazo

Por el


Por Marina Abiuso *

Era mentira. A un año de la sanción de la ley que habilitó el acceso al aborto en la Argentina no se cumplieron ni uno de los funestos vaticinios de sus detractores.

No ha sido el fin de la familia, tal y como anuncian ante cada ampliación de derechos desde el voto femenino.

No ha habido una baja drástica de la natalidad: muchas mujeres siguen deseando y eligiendo ser madres, incluso en pandemia, incluso pudiendo decidir libremente lo contrario.

No colapsó el sistema sanitario: aún exigido por el Covid y la crisis, no hubo incompatibilidad con la atención de interrupciones de embarazos, generalmente ambulatorios. ¿Qué pasó a un año de la sanción de la ley? Absolutamente nada de lo que habían anunciado los agoreros.

Hace apenas unos días el Gobierno dio a conocer las cifras oficiales de aborto legal en Argentina: 32.758 interrupciones en el sistema público de salud entre la entrada en vigencia de la ley (24 de enero) y noviembre de este mismo año.

No hay punto de referencia ni cifra contra la que comparar: la clandestinidad no llevaba registros.

El 2021 termina con 1243 hospitales y centros de salud de todo el país en los que se garantiza el acceso a la práctica. Informes de organizaciones de la sociedad civil marcan que la posibilidad de abortar todavía está sujeta a la suerte geográfica de quien solicite la interrupción voluntaria del embarazo (IVE), que en algunas provincias se puede más y en otras se puede menos. Y que las redes feministas siguen cumpliendo un rol clave para garantizar la plena vigencia del derecho.

Aborto y silencio

Todavía falta información. Es lógico: aunque el aborto es una práctica histórica siempre ha estado rodeada de silencios. El debate legislativo -en 2018 primero y otra vez en 2020- permitió que el tema llegara a muchos hogares y que algunos descubrieran que era parte de su historia familiar. Aunque nunca se hubiera contado.

La línea de Salud Sexual del Ministerio de Salud atendió más de 19 mil llamadas de consulta. El 0800 222 3444 es un número de información sobre esta y otras prácticas de salud, como la anticoncepción. Ha funcionado también como línea de denuncia en los casos de dificultad en el acceso al aborto o en el que los profesionales hacen un mal uso de su derecho a ser objetores de conciencia.

La confidencialidad es parte de los derechos que se garantizan en la ley 27.610. Como cualquier otra práctica médica. Sin embargo fuera de las grandes ciudades suele ser un aspecto amenazado. Las Socorristas en Red que trabajaban antes de la ley ayudando a acceder a abortos con pastillas, hoy siguen operando en acompañamientos dentro del sistema de salud y también apoyando en los casos en los que se necesita un traslado o una derivación. Sólo en el primer semestre del año acompañaron a 6.517 personas según los datos del proyecto Mirar, de CEDES.

A veces es simplemente señalar el centro de salud en el que podrán recibir atención sin violencia.

Aborto y después

En la amplia mayoría de los casos, el aborto hasta las 14 semanas de gestación se realiza de manera ambulatoria. Es decir: la mujer realiza una ecografía de control, una consulta médica, da su consentimiento informado y se retira a su domicilio con la droga. Tendrá luego una consulta posterior y todas las que se consideren necesarias.

El Ministerio de Salud de la Nación distribuyó más de 46 mil tratamientos de misoprostol este año, una cifra cinco veces mayor a la de 2020 cuando sólo eran utilizados para la interrupción legal del embarazo.

El hecho de que el aborto se realice de forma segura en el sistema de salud no sólo ha permitido bajar las hospitalizaciones derivadas de interrupciones clandestinas sino que permite ofrecer a la mujer un método anticonceptivo si lo necesita. A diferencia de las clínicas clandestinas que cobraban por aborto realizado sin preguntas ni seguimiento, el objetivo del sistema de salud es que aquella persona que llegó por una IVE no vuelva a verse en la situación de tener un embarazo no deseado. La diferencia no es menor. De hecho, previene abortos.

La libertad de no abortar

Es una cuestión semiótica: en Argentina se popularizaron los términos “pro vida” para quienes se opusieron a la ley y “pro aborto” para quienes la impulsaron. Ya se ha dicho mil veces que quienes creemos y creíamos en la necesidad de la legalización no nos oponemos a la vida, pero tampoco el termino “pro aborto” es exacto. En Estados Unidos se habla de pro choice: a favor de la elección. El famoso derecho a decidir.

Sobre este punto es importante hacer foco también: la legalidad permite que no haya mujeres obligadas a abortar. No hay estadísticas, es algo que se comenta entre médicos, alguna historia que va de boca en boca: una mujer que pudo decir que no quería abortar recién cuando su pareja quedó en el pasillo, una chica que dice que en realidad ella quiere tener, que la que pide el aborto es su mamá. Esas instancias que permiten detectar, proteger y acompañar a aquellas que sí desean parir no existen en la clandestinidad. Para ellas es también esta ley que cumple un año.

  • Editora de Género de TN
  • Fuente: tn.com.ar
  • Foto: Juan Ignacio Roncoroni/ EFE

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