«En la lectura atenta del territorio están sus propias alternativas de solución»

Por el


*Por Laura Alcalá

“En la lectura atenta del territorio están sus propias alternativas de solución”, es una de las lecciones más importantes aprendidas del urbanista Joaquim Sabaté. 

La Propuesta de Cambio de Distritos presentada por el Municipio mira en cambio al territorio (una vez más en nuestra historia urbana) como si fuese una hoja en blanco. Define y diferencia distritos cambiando los valores de iguales indicadores e instrumentos normativos: FOT, FOS, tamaños de lotes y frentes de parcela. 

En los distritos que se diferencian en la propuesta municipal, se homogenizan con criterios iguales, territorios no sólo distintos desde el punto de vista físico, natural o ambiental sino con condiciones e identidades sociourbanas diferentes. Así por ejemplo se aplica una misma condición (RC1) a barrios tan diferentes como Villa Ercilia o Villa Altabe y a sectores que incluyen equipamientos de escala regional como el sector donde se localizan el Hospital Perrando, el Hospital Pediátrico, el Laboratorio Central, etc. ¿Acaso estos barrios o sectores urbanos pueden ser tratados de igual manera cuando tienen historias, morfologías, identidades, usos,  equipamientos, déficits o dotaciones de infraestructuras y servicios y demandas tan diferentes?

Con igual criterio homogeneizante se definen como distrito (CCM) franjas a lo largo de ejes tan disímiles como las avenidas Castelli y Alvear, Rissioni, la avenida central del Barrio Güiraldes, o la avenida Urquiza. ¿Pueden ser tratadas avenidas que atraviesan ambientes frágiles como el caso de la Rissioni sobre la Laguna Francia y avenidas que constituyen el corazón y la vida central de determinados barrios como el Güiraldes, de igual manera que ejes de conexión metropolitana (tránsito rápido y pesado donde se localizan además usos comerciales y de servicios específicos)?. Cualquiera de estas avenidas requiere de atenciones y acciones urbanas más o menos urgentes y regulaciones en sus procesos inevitables de transformación, pero de ningún modo pueden regularse de la misma manera. 

A lo largo del tiempo la ciudad ha construido su territorio urbano con serias inequidades y déficits. Luego de las evidencias que desnudó la Pandemia, sobre las carencias específicas de los distintos barrios de la ciudad y cuando hemos cobrado nueva conciencia respecto de nociones de proximidad y accesibilidad a equipamientos y servicios esenciales, la propuesta no reconoce ni atiende las necesidades urbanas de los diferentes sectores urbanos. No adopta ninguno de los paradigmas urbanísticos publicitariamente asumidos o comprometidos a los que no dudaríamos en apoyar: ciudad equitativa, ciudad próxima, movilidad integral, etc. Una ciudad más justa no se logra estableciendo sólo indicadores de intensidad de uso del suelo, alturas y densidades.

Tampoco puede aceptarse que se usen los mismos instrumentos e indicadores para la ciudad ya construida y para las áreas de nueva expansión. En la primera hay que prever y proponer los completamientos y las mejoras que faltan, revertir las condiciones desfavorables o apuntalar sus propias potencialidades. En las otras, hay que prever y proponer desarrollos a futuro que no reproduzcan los errores ya cometidos en la ciudad que tenemos. Sin embargo la propuesta municipal categoriza por igual, bajo la identificación de distrito (Ra), áreas ya ocupadas que se desarrollaron sin planificación como la que existe entre el canal de la Soberanía Nacional y el canal Quijano, de producción espontánea, fuera del área defendida, sin infraestructuras ni equipamientos básicos, sin reservas de espacios verdes, etc., o como las que existen en la Zona Norte con defensas, de producción de vivienda pública, sin infraestructuras básicas, con mala accesibilidad, etc. y las que se proponen urbanizar en una nueva expansión hacia el Ex Campo de Tiro. ¿Es que acaso en ese nuevo sector de la ciudad aceptaremos reproducir el mismo modelo de subdivisión del suelo de los conjuntos habitacionales de los últimos años sin criterios mínimos de urbanidad y desarrollo integral?

Pero así como la propuesta homogeniza lo diferente, fragmenta aquello que debería ser tratado en su integralidad. Define como distintos distritos urbanizables, sistemas naturales inescindibles: las cuencas y el valle de inundación del Río Negro. En lugar de reconocer la esencia geomorfológica, hídrica y ambiental del territorio y de tratar de reconocer los componentes y las afectaciones de estos sistemas: lo ya antropizado, lo que aún se puede remediar y lo que aún podemos preservar, se lo destroza fragmentándolo y propiciando su urbanización con iguales criterios al del resto del territorio. 

No se usan para atender estos territorios que constituyen la principal reserva natural que disponemos: indicadores ambientales que reconozcan las unidades de paisaje (bosques nativos, humedales, etc), indicadores que permitan establecer su capacidad de carga, ni parámetros de riesgo hídrico. (Aclaramos que definir parcelas de mayores superficies no es un modo de atender a las condiciones de riesgo hídrico). No se reconocen cuencas, cursos de agua, ni lagunas. Los distritos imponen condiciones de uso de suelo por igual, exista o no exista un espejo de agua, un bosque nativo, un corredor ecológico, no repara en la necesidad previa de tener definidas líneas de ribera que diferencien dominios públicos de privados. No se presta atención o no se reconocen normas de orden superior que deben respetarse.

Los distritos imponen condiciones de uso de suelo por igual, exista o no exista un espejo de agua, un bosque nativo, un corredor ecológico, no repara en la necesidad previa de tener definidas líneas de ribera que diferencien dominios públicos de privados. No se presta atención o no se reconocen normas de orden superior que deben respetarse.

Pareciera desconocerse también las decisiones y transformaciones que esta misma ciudad ha propiciado para protegerse, como las condiciones vinculadas al sistema defensivo. Con la propuesta se permitiría avanzar con la urbanización sobre una parte esencial de dicho sistema, cual es el lago de inundación, cuya función es la de contener el agua en momentos críticos (Paraná alto y lluvias intensas al interior del recinto), o en caso de falla del sistema, amortiguar el impacto. 

Se desconoce la responsabilidad compartida frente a sistemas naturales como el del Río Negro y sus lagunas y cuya modificación inexorablemente producirá impactos aguas arriba y aguas abajo, así como el funcionamiento y capacidad de infraestructuras de las que también dependen otras ciudades. 

Considero que frente a los escenarios futuros en los que la cuestión hídrica y ambiental cada vez será más determinante y frente a las urgencias sociourbanas que la pandemia puso de manifiesto con mayor crudeza, una buena planificación no puede seguir formulándose sin prestar atención a su propio territorio y sin instrumentos adecuados. 

A modo de alternativas posibles:

El territorio es una realidad compleja que tiene un sustrato o soporte natural y una construcción social a lo largo del tiempo. Construcción/transformación cuyos resultados hoy reclaman la necesidad de apuntar hacia nuevos paradigmas, menos antropocéntricos y de mayor conciencia ambiental, como condición necesaria de protección colectiva pero también de responsabilidad hacia las generaciones futuras. 

Es responsabilidad del Municipio liderar procesos que tiendan a un desarrollo más equilibrado. Homogeneizar normativamente, con indicadores que no reconocen las variaciones de ese territorio y sus condiciones específicas, niega o invisibiliza las necesidades reales y evidencia una lectura centrada en el exclusivo interés de permitir mayores edificabilidades. Con el incremento de la edificabilidad no se revierten los déficits de equipamientos, servicios e infraestructuras que tienen la mayor parte de los barrios de la ciudad existente. 

(…)niega o invisibiliza las necesidades reales y evidencia una lectura centrada en el exclusivo interés de permitir mayores edificabilidades

Del mismo modo, ampliando el suelo urbanizable hacia lo que aún nos queda del territorio natural, y adoptando pseudo criterios de sustentabilidad reduciendo el FOS o ampliando el tamaño de lotes posibles, sólo se vuelve más exclusivo el acceso a un bien común y se promueven procesos especulativos que convierten ese sustrato natural en un bien de cambio: la naturaleza usada como mecanismo de valorización del suelo y para multiplicación de las rentas urbanas. Procesos éstos que sólo beneficiarán a un sector acotado de la sociedad y cuyas consecuencias o impactos en cambio serán para toda la sociedad: se incrementarán las condiciones de vulnerabilidad hídrica y limitarán los servicios ecosistémicos que estos espacios tienen y que serán cada vez más necesarios para la ciudad. 

(…)adoptando pseudo criterios de sustentabilidad reduciendo el FOS o ampliando el tamaño de lotes posibles, sólo se vuelve más exclusivo el acceso a un bien común y se promueven procesos especulativos que convierten ese sustrato natural en un bien de cambio: la naturaleza usada como mecanismo de valorización del suelo y para multiplicación de las rentas urbanas

Por su parte, es inaceptable que este proceso de modificación de distritos, que claramente supone una recalificación del suelo y con ello su revalorización, no sea precedido de la instrumentación de normativas que permitan recuperar las plusvalías y tener criterios y obligaciones de redistribución de ellas claras y transparentes. Ya lo hemos señalado frente a la Ordenanza 12926, cuando el actual intendente era presidente del Concejo Municipal.

Por todo lo expuesto, y aclarando que sólo nos limitamos aquí a señalar cosas que no fueron señaladas ya en otros documentos y presentaciones realizadas colectivamente junto a los Defensores del Río Negro y sus lagunas y otras a los que adherimos plenamente, como TURBA o la Fundación Encuentro por la vida, consideramos improcedente responder al pedido del intendente de realizar propuestas por distritos, eso supondría contribuir a la fragmentación, al desmanejo del territorio que habitamos y a profundizar las inequidades.

(…)consideramos improcedente responder al pedido del Intendente de realizar propuestas por distritos, eso supondría contribuir a la fragmentación, al desmanejo del territorio que habitamos y a profundizar las inequidades.

Nos permitimos en cambio proponer revisar los instrumentos utilizados.  Sería oportuno considerar ese sustrato físico natural como orientador de la regulación urbana. Introducir conceptos e instrumentos que verdaderamente respondan al territorio desde un enfoque más integral como condición para un desarrollo más equilibrado. 

Por ejemplo: es imprescindible reconocer en primer lugar las cuencas y los sistemas naturales y a partir de allí, pensar las normas que regularán la urbanización permitiéndola o restringiéndola. Como en toda cuenca, el espejo de agua es solo la manifestación de un territorio mucho más amplio que drena hacia allí. Las cuencas tienen áreas altas, bajas y las que ofician de fuelle o transición, cada una de ellas se encuentra más o menos antropizada. Cada cuenca supone superficies muy amplias donde coexisten distintos tipos de urbanización y barrios con diferentes características, dotaciones y necesidades pero también superficies que afortunadamente aún están libres. 

Las cuencas deben ser abordadas en toda su complejidad, sin desconocer el grado de transformación y agresión que ya han sufrido a fin de clarificar qué sectores deben ser objeto de planes de remediación o recuperación y cuáles de protección /conservación. Es fundamental tener en cuenta la función esencial que deben cumplir las áreas de fuelle y las áreas bajas. Las áreas intermedias, de fuelle, son esenciales como amortiguadoras de los impactos entre las áreas ya urbanizadas y las áreas bajas. Estas son las que pudieran permitirnos algún tipo de usos controlados y temporales sin afectar de ningún modo con vialidades y construcciones, son sectores que necesariamente deben seguir siendo inundables, no olvidar que son muchas veces las de mayor biodiversidad porque justamente fluctúan en su condición hídrica y constituyen los espacios de reservorio en momentos críticos. 

La sola introducción de la idea de cuenca permitirá comprender y visualizar lo que ocurre en el valle del Río Negro y comprender que los distritos propuestos son errados porque desconocen que ese territorio no es una hoja en blanco. En las áreas más urbanizadas o antropizadas, la definición de las cuencas urbanas permitirá hacer una lectura diferente respecto de los distritos que hoy se proponen, permitirá descubrir la necesidad de que sean regulaciones integradoras o transversales a los diferentes barrios y en todo caso contribuirá a clarificar las necesidades de cada uno de ellos. Seguramente es difícil volver atrás en los sectores completamente antropizados y urbanizados, pero aún en estos casos la regulación debe apuntar a evitar mayores saturaciones, a reconstruir continuidades afectadas, incrementar las áreas verdes para mejorar sus condiciones hídricas, térmicas y para reconstruir corredores ambientales. 

No se trata solo de la necesidad de regular de manera diferente el valle del Río Negro y sus lagunas, sino de asumir seriamente el desafío de convertir a nuestra ciudad en una urbanización más sustentable. Es imperdonable que teniendo la oportunidad de poner en práctica un tipo de urbanización diferente en sectores que están a medio desarrollo como la Zona Norte o por desarrollar como el Ex Campo de Tiro no se adopten estos nuevos criterios ambientales de reconocimiento de las cuencas como principio de ordenamiento urbano. Esto sí supondría un avance al criticado Código del 79, que se lo cuestiona sin generar aún una alternativa superadora. 

No se trata solo de la necesidad de regular de manera diferente el valle del Río Negro y sus lagunas, sino de asumir seriamente el desafío de convertir a nuestra ciudad en una urbanización más sustentable.

La idea de cuencas que sugerimos es una, pero sería importante explorar muchas otras, de instrumentos y concepciones más novedosas que pongan el énfasis en respetar las identidades morfológicas barriales, respetando alturas ya existentes, apuntando a completar y consolidar tejidos. 

La lectura atenta del territorio exige reducir las distancias con la ciudad real. Exige sumar la mirada de la gente de los distintos barrios. Tenemos la hipótesis de que si lo hicieran no aparecería como urgente ni necesario para los vecinos redefinir los distritos del modo en que lo están proponiendo. 

*La autora es arquitecta, profesora de la catedra de Desarrollo Urbano en la Facultad de Arquitectura de la UNNE e investigadora del CONICET

La siglas que aparecen entre paréntesis ( ) corresponden a las mencionadas en el proyecto de la municipalidad

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