La libertad de Milagro Sala como reparación histórica


Por David “Coco” Pagano*
El 17 de enero de 2021 se cumplieron cinco años de la detención injusta, arbitraria y revanchista del poder feudal en Jujuy contra la lideresa social, indígena y norteña Milagro Sala.
El acoso mediático donde se insiste en instalar ideas y “opiniones” que siempre son financiadas por los intereses de las clases dominantes, y que notablemente casi nunca cuestionan sus privilegios, y el lawfere (la guerra judicial) en donde se manipula información y se opera para acosar judicialmente a quienes representan una amenaza a esa clase terrateniente enriquecida a costa de la pobreza del pueblo. Estos fueron algunos de los recursos utilizados por el gobierno de la Provincia de Jujuy para acallar las voces de quienes no solo cuestionan el poder feudal sino de quienes contienen a la clase menos favorecidas, de quienes mediante la copa de leche, la salud, el deporte y la educación impulsaron una nueva forma de resistencia y de pertenencia, de quienes tienen como bandera la Whipala, como ícono el rostro de Tupac Amarú II y como referente a Milagro Sala.
La historia nos enseña que el 18 de Mayo de 1781 el líder de la mayor rebelión anticolonial de Abya Yala (América latina), Tupac Amarú II, fue descuartizado en acto público por los colonizadores españoles. Los asesinos pretendían “generar terror” ante cualquier forma de rebeldía contra el orden establecido del imperio colonial para continuar con el megalómano saqueo iniciado con la llegada del hombre blanco al continente. El mismo día Micaela Bastidas, compañera de lucha y vida de Tupac Amarú, fue asesinada a patadas después de presenciar la masacre de sus hijos.
La Organización Barrial Tupac Amarú con conciencia de clase social, política y de lucha se reconoce en los ideales de quienes supieron llevar hasta las últimas consecuencias el sueño de una tierra de iguales, de respeto a los saberes ancestrales y de vínculo con la Pachamama, que nada tiene que ver con la explotación extrema de los recursos naturales ni la destrucción de la biodiversidad.
La historia no está destinada a repetirse, lo que se repiten son las prácticas egoístas y mezquinas que casi siempre tienen como finalidad oprimir a otros pero que no configuran un destino único; sino que se construyen en las decisiones personales y que pueden ser revertidas cuando en lo cotidiano hay un fuerte sentido de responsabilidad sobre los otros. Esta tarea que en las organizaciones sociales configuran proyectos de vidas comunitarios; que poco y nada tiene que ver con el “sueño americano” (donde el éxito se mide por la cantidad de dinero) sino en una comunidad que camina hacia la utopía de tierra, techo y trabajo para todas y todos. Las numerosas organizaciones sociales de nuestro país han reivindicado esta lucha y son espacios privilegiados de resistencia, convivencia e identidad, lugares donde “no se puede ser si otros no son”, donde se comparte el pan, se trabaja mucho y se sueña más.
Estos cinco años de opresión judicial donde se pretendió “descuartizar” a nuestra lideresa y compañera Milagro Sala (como sucedió con Tupac Amarú) nos impulsa a confrontar las atrocidades de este nuevo impero colonial (conviviente en el poder judicial), con un bastión en la provincia de Jujuy y que tiene como capataz y verdugo a Gerardo Morales, y a su vez a reconocernos en las voces que resonaron en todo el país pidiendo la libertad de los presos políticos, libertad que se conquista cuando el opresor se debilita y una auténtica justicia social se pone en práctica, por ello la libertad de nuestra compañera representa una reparación histórica que reivindica y sintetiza numerosas batallas.
Reconociendo esta lucha ancestral no nos cansamos de gritar desde lo más hondo de la tierra y de nosotros mismos:
¡Jallalla!
¡Libertad a los presos políticos!
¡Libertad a Milagro Sala!
#LibertadaMilagroSala
#LibertadAlxsPresxsPolítcxs


*Militante de la Organización Barrial “Tupac Amarú”
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