Reprimir es lo contrario a gobernar


Foto ilustrativa de Pablo Caprarulo
Hoy vi muchos carteles de fuera Olivello. Si, yo también me sumo al pedido, pero más que su renuncia, prefiero su destitución. Toda represión es una definición política y toda designación de cargo en la función pública, también. La elección del funcionarix que ocupará la función pública es la consecuencia de la política que se pretende llevar adelante en dicha área. Por eso, si me dan elegir, preferiría que Olivello fuera destituido por diferencias ideológicas y éticas con el gobierno al que voté.
Realmente me encantaría ese guiño del gobierno para quienes lo votamos con la ilusión de que se diferencie de las demás opciones, entre las cuales hubo hasta quienes hacían campaña coqueteando con la idea de reprimir la protesta social. En serio, muchxs no votamos esto, de hecho votamos lo contrario a esto. Y muchxs de lo que votamos a este gobierno, estuvimos cuatro años en la calle repudiando la política de inseguridad de los entonces gobiernos provincial y nacional. Y sin duda somos, una pequeña parte del resultado final de las elecciones que nos trajeron hasta acá.
Siempre creí que el uso de la violencia, en cualquier ámbito, es la renuncia al diálogo y principalmente a la racionalidad, la principal competencia humana que nos diferencia del resto de las especies que hay sobre este planeta. Es la renuncia entonces, a la especie. Y es sin dudas la negación delx otrx como un igual, su desvalorización a un nivel inferior. Su deshumanización. Con esta idea educo a mis hijxs para que sean capaces siempre de dialogar, razonar, respetar y coexistir con lxs otrxs.
Si esa violencia es ejercida por el propio Estado para reprimir al pueblo que debería proteger, la cosa se torna más perversa aún. En cualquier gobierno, el uso del aparato represivo del Estado para “imponer el orden público” como les encanta decir, no es otra cosa que la elección (es una elección) de abusar del poder circunstancial para gobernar. Y gobernar es lo opuesto a reprimir. Reprimir es asumir la incapacidad de gobernar, es el fracaso de la política propiamente dicha, como herramienta para “constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad”, como dice el preámbulo de la Constitución Nacional.
En serio, pasaron 37 años de la vuelta de la democracia y todavía no somos capaces de construir ni legitimar canales democráticos para resolver las diferencias y los conflictos sociales sin caer en la represión y abuso de poder que rozan las prácticas dictatoriales. Con o sin Olivello, creo que ya viene siendo hora de un serio debate y un consenso social, de manera tal que sea inconcebible el uso de la fuerza pública contra el pueblo. Aunque se trate de grupos sociales privilegiados que protestan contra la ciencia y la posibilidad de que el Estado obtenga una vacuna, pero mucho más aún si se trata de grupos sociales vulnerables a los que se les adeudan derechos fundamentales como comida, techo y trabajo.
Por eso, yo también me sumo al Basta Olivello. Pero también digo basta de política represiva hacia lxs pobres, basta de criminalización de la pobreza. Porque si no cambia la política, puede cambiar la marioneta que la ejecute pero la cosa va a seguir igual.
Y si, la pobreza es un crimen organizado, pero estamos condenando a las víctimas y protegiendo a lxs victimarixs.
(*) La autora es secretaria administrativa de ATE Chaco
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