Violencias Post Divorcio: La cara olvidada de la violencia machista


Por Cecilia Solá*
Según una encuesta realizada entre mujeres de América Latina, solo un magro 11% logra vivir sin violencias el tiempo posterior a la separación.
La violencia post divorcio no es un tema demasiado visibilizado. La mayoría de los estudios sobre violencia de género en la convivencia/ matrimonio se centran en las causas que llevaron a la sobreviviente a separarse.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, la violencia no cesa y el violento encuentra nuevos modos de ejercer poder.
La violencia económica post divorcio es, generalmente, la primera, pero no es la única que el ex ejerce sobre la mujer.
Desde demorar, reducir e incumplir el arreglo alimentario, hasta continuar el control a través de exigencias sobre como cuánto y en qué gastar el dinero, con acusaciones tales cómo gastarsela en ella «y yo te la doy para los chicos», amenazando con dejar de pagar el arreglo como forma de opresión.
La existencia de hijes en común resulta, mayoritariamente, en herramienta de control y manipulación contra la mujer. Sumado a la violencia económica, el violento puede aplicar otras violencias sobre las niñeces, como forma de castigar a la madre.
Violencia verbal y psicológica, hablándoles mal a les niñes de la madre, acusándola de ser la responsable de la separación, tildándola de loca, exagerada, mentirosa y, claro, resentida.
Esa violencia verbal y emocional también se pone de manifiesto a través de retos, gritos y maltratos hacia les hijes, acusándolos de «ser iguales a la madre» , con connotaciones negativas, y como forma de crítica.
Son estos mismos violentos que envían mensajes agresivos, culpabilizando a la madre de su propia incapacidad de conexión con sus hijas, hijas e hijes, quienes revisan las redes buscando indicios de que ella no vive encerrada, en ejercicio permanente de una maternidad sacrificada, para acusarla de mala madre, puta o irresponsable, y amenazar con «sacarle a los chicos» .
El divorcio es la primera patada al tablero, la decisión de abrir la jaula, de arrancar la careta y ponerle marco institucional al basta que vinimos gestando.
La reacción busca disciplinar, acallar, recordar quien manda, si es necesario a través de los y las hijas, y poner en claro que conviviendo o no, siguen siendo los dueños, los jefes de una familia que jamás entendieron.
¡Sos igual a tu madre! Sos igual a tu madre, dice el violento, dientes apretados y uñas rabiosas clavadas en las palmas. Sos igual a tu madre, dice, y no es un halago.
Es crítica, y amenaza y manipulación.
Sos igual a tu madre, que es la forma de decirle loca de mierda. Sos igual a tu madre, dice, pero no agrega lo que de verdad piensa: sos igual a la que me dijo basta, igual a la que me pateó el tablero y rompió el mandato del silencio, la obediencia y los dolores maquillados.
Sos igual a tu madre, y como no le puedo gritar a ella, te grito a vos, que sos más hija de ella, que mía, y yo lo sé. Sos igual a tu madre, y por eso voy a dejar que pases necesidades para vengarme de ella y su re encontrada libertad. Sos igual a tu madre, dice el violento.
Y no sabe, pobre imbécil, que sí.
Y que esa es su derrota.
*Escritora. Profesora.
Erica
18 diciembre, 2019 at 8:19 am
Brava!!! Le agregaría el control x medio de las visitas a les hijes, no aparecer, aparecer demorado, pretender manejar días y horarios a su propio antojo, manejando la vida de madre e hijes, perpetuando una eterna espera y condicionamiento. Con todo lo que eso implica. También la violencia ejercida hacia la madre en presencia de les hijes en los momentos que los retira o deja. Quedarse con absolutamente todas las pertenencias de les hijes en cada visita, quedarse con la carpeta de arte, el instrumento de música, la campera, cambiarles su ropa y reintegrarlos con ropa que les queda chica y es vieja ya.. estas cosas son lo más común del mundo y hasta están súper naturalizadas en la mayoría de las mujeres y el resto de la sociedad “bueno, déjalo, es q no sabe”… No Mabel, no es que no sabe, es q es un violento!!!