Del hecho al dicho


Uno de los recursos lingüísticos que más usamos al hablar son los dichos, los usamos continuamente en las charlas, en los escritos, etc. Y si bien se han ido modificando o modernizando, esto viene desde hace muchísimos años, siglos en algunos casos.
Hoy hay algunos que son bastantes recientes y es sabido de dónde vienen, por ejemplo «la pelota no se mancha», «me cortaron las piernas», «estamos mal, pero vamos bien» o, más recientemente «lástima feo día» y «te la debo», que tienen un origen conocido y los utilizamos para graficar diferentes situaciones. Pero la gran mayoría de estos dichos no sabemos de dónde provienen y aquí vamos a ver algunos ejemplos.
SALVARSE POR UN PELITO
Utilizada para graficar diferentes situaciones en donde uno se salva de algo, por ejemplo, salir de tu casa y frenar de golpe porque pasa una moto por la vereda (sólo conseguible por estas zonas), o Don Ramón cuando zafa de pagarle la renta al Señor Barriga en el recordado Chavo del 8.
La frase, si bien era conocida de mucho antes, se hace popular en 1809 cuando José I Bonaparte (alias Pepe Botellas por su afición al buen vino), dicta una Orden en donde obligaba a los marineros del Rey a cortarse el pelo, que éstos usaban largos.
Esto provocó la reacción de los hombres del mar, ya que el pelo largo tenía una razón vital. Ser marinero era un oficio generalizado en aquellos tiempos pero muy pocos sabían nadar, entonces cuando un barco se hundía en batalla o naufragaba, los compañeros los salvaban agarrándolos de los cabellos. De ahí el origen del dicho.
Faltaba todavía para la melenita beatle.
TIRAR LA CASA POR LA VENTANA
Esta frase la utilizamos cuando, en ciertas ocasiones, hacemos gastos excesivos en algo que, normalmente, no hacemos. Por ejemplo un viaje, una fiesta, un cumpleaños, el casamiento, etc. Pagar todas las tarifas juntas, me chiflan por acá, y bué, puede ser.
Este dicho nace en 1763, cuando el rey Carlos III de España, instaura la lotería.
Los que la ganaban, tenían la costumbre de arrojar por la ventana (literalmente) los viejos muebles y enseres para reemplazarlos por nuevos y de mejor calidad, como demostración del cambio en sus vidas y estatus social.
Se vé que no había ferias de garage todavía.
LAS PAREDES OYEN
Hay veces que queremos contarle algo a alguien, y lo hacemos en secreto o alejado del resto, por miedo a que escuche alguien que no debería enterarse de lo que queremos expresar.
Desde cosas sencillas, hasta otras más complicadas, desde organizarle una fiesta sorpresa a alguien sin que se entere el homenajeado, hasta hacer una crítica a un superior o gobierno, siempre decimos «vení que te cuento al oído, porque las paredes oyen»
Pero, ¿de dónde viene esta frase?
Catalina de Médici, reina de Francia en la segunda mitad del 1500, movida por la desconfianza por tantos conspiradores, hizo instalar secretamente una vasta red de conductos acústicos en las paredes de palacio que permitieran oír lo que se hablaba en las distintas estancias y así poder averiguar quiénes conspiraban contra ella o urdían conjuras que hicieran peligrar los intereses reales.
Esto desembocó en la terrible matanza en la Noche de San Bartolomé, el 24 de agosto de 1572 en París, donde fueron ejecutados dichos conspiradores. Hoy tenemos las redes sociales y el celu, se hace más fácil. Dicen, me comentan.
EL QUE SE FUE A SEVILLA
Corría el año 89 y habíamos ido a ver a For Ever con mi viejo. El Negro andaba peleando la punta con Lanús para ascender a Primera, en el flamante Torneo Nacional B. Estábamos sentados en las plateas sin numerar y el estadio estaba lleno. En el entretiempo, le digo a mi viejo: «me voy a comprar una gaseosa» (hacía mucho calor esa tarde) y él me dice: «aguantate que te van a sacar el lugar». Como buen cabeza dura me fui igual. Cuando llegué, efectivamente, estaba otro señor en mi lugar. Como no eran numeradas, no se podía hacer nada y papá me dice, «te dije, viste?». Y ahí me larga la frase matadora (como Aníbal) «El que se fue a Sevilla, perdió su silla». En el momento creí que el viejo había tenido un viaje astral a España debido al excesivo sol de esa tarde chaqueña, pero con los años comprendí que me quiso decir.
No sé si mi padre sabía esto, pero el dicho viene del año 1460 (no existía el Nacional B, todavía). Resulta que Don Alonso de Fonseca era arzobispo de Sevilla y su sobrino fue nombrado arzobispo de Santiago de Compostela.
Parece que había flor de despiplume en Compostela por aquellos años y el sobrino le dijo al tío: «Venite a darme una mano acá, tío, que a vos te van a hacer caso». Don Alonso aceptó pero le dijo al sobrino: «Vení vos a Sevilla hasta que arregle las cosas»
El tío arregló las cosas en Santiago y cuando volvió a Sevilla, ¡oh sorpresa!, el sobrino se había autonombrado arzobispo de Sevilla.
Se puso fiera la cosa y hasta tuvo que intervenir el Papa y el Rey de Castilla, Enrique IV, quiénes luego de algunos ahorcamientos (si, por esos años, así arreglaban los tantos) le restituyeron el lugar a Don Alonso.
Por eso el dicho original era «el que se fue DE Sevilla», pero con los años se fue cambiando, hasta llegar a nuestros días, como hoy lo conocemos.
¡Ah, por cierto!, terminé viendo el partido en las escalinatas del estadio pero el Negro ganó y la gaseosa estaba rica y fresquita.
Y, como dice el dicho, hasta luego cocodrilo.
(nada que ver, pero me quería despedir con un poco de rock&roll)
Pappo de Acá -Músico y periodista
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