Casa De la madre y el niño / Casa Garraham Chaco Cada habitación tiene su historia. Habitación 4


Carlos, era un tipo querido por los suyos. Cuando era un hombre joven, la vida se le acortó. Los días se le fueron consumiendo como el cáncer que le habían diagnosticado. Los esfuerzos por alejar el dolor del cuerpo de Carlos ayudaron a comprender que la angustia se corre, se aleja cuando encontrás dónde apoyar la tristeza, cuando hay otro para compartir esos pensamientos que aparecen todos juntos y se entrelazan y dejan un nudo en la garganta. Y así también aparecieron las preguntas… y si pudiéramos sortear el dolor, la pérdida, la muerte…junto a otros, para no estar solos, para poder mirar hacia adelante sin miedo? Y las respuestas se fueron convirtiendo en gestiones, impulsadas por la perseverancia que conocían bien de Carlos.
Nidia, su mamá, Carlos, su papá y Soraya, su esposa vislumbraron cómo el proceso, que para ellos empezó con una enfermedad devoradora, era parte de un ciclo, que no siempre vemos que no siempre comprendemos y que nos puede matar en vida… o nos puede ayudar si ayudamos a otros.
Y la fortaleza del carácter que mostró Carlos a lo largo de su vida se convirtió en Grupo de amigos por un enfermo oncológico, un espacio para acompañar al otro, para cuando llega lo inesperado en forma de cáncer. Para que un diagnóstico no te deje solo.
Carlos Viain, será el ángel guardián de los chicos que pasen por la habitación número 4 de la Casa de la madre y el niño. Su experiencia movilizó a empresas, Tarjeta Arcoiris en este caso, y artistas para que este espacio de descanso sea tan reparador como el paisaje que vislumbró Paola Acosta y que pintó en sus paredes.
Una casa para atravesar la enfermedad, espacios para habitarlas que tienen ángeles guardianes, otras personas que conocieron ese dolor, y padrinos que sustentan económicamente el bienestar y el arte de quienes lo embellecen.
Esta es una de las tantas historias para contar de La Casa de la madre y el niño/Casa Garraham.
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