Ver: Boardwalk Empire


Por Federico Lezcano del Balzo
No, no traduzca literalmente el título, no es “El imperio de la pasarela” una serie sobre la vida de Roberto Giordano (mejor no doy ideas) sino una serie sobre la mafia en la Atlantic City de los años de la Ley Seca. ¿Por qué ese nombre, entonces? Porque en aquellos años, la ciudad costera donde transcurre la serie tenía como símbolo turístico a una pasarela que iba adentrándose desde la playa hacia el océano Atlántico.
Se emitió por HBO desde el 2010 al 2014 (cinco temporadas con cincuenta y seis capítulos en total de 55’ cada uno). Actualmente se la puede ver en la plataforma HBO Go.
Ideada por Terence Winter – quien fuera uno de los guionistas de la mítica serie Los Soprano- basándose en el libro de Nelson Johnson, “Boardwalk Empire: The Birth, High Times, and Corruption of Atlantic City”, el cual a su vez estaba inspirada en la vida del político Enoch “Nucky” Johnson. El primer capítulo fue dirigido ni más ni menos que por Martin Scorsese.
Enoch “Nucky” Thompson es el nombre con el que se rebautizó al político real “Nucky” Johnson. El actor multifacético Steve Buscemi le puso el cuerpo a nuestro “Nucky”, demostrando que no solo es un buen actor de reparto sino también un excelente protagonista. “Nucky” era el Tesorero de la ciudad y el principal contrabandista de alcohol, teniendo en sus manos además a políticos, policías y traficantes. Pero también Nucky es una persona con sentimientos fuertes pero fría para razonar. Tiene una relación difícil con su senil padre por traumas de la infancia, cumple el rol de hermano mayor de su hermano mayor, valga la redundancia y tiene un vínculo parental con James “Jimmy” Darmody, un joven recién llegado de la Primera Guerra Mundial. También vemos su relación con Margaret Schroeder, una viuda irlandesa, defensora de luchas femeninas que conoce a Nucky por ir a pedirle ayuda luego de la muerte de su marido.
El eje del relato es seguir los pasos de Nucky, sus pensamientos, sus cálculos ajedrecísticos en materia de negocios, su oratoria compradora, pero también conocemos el mundo que lo rodea, con personajes exóticos pero a la vez sumamente verosímiles, como por ejemplo: el metódico agente del Departamento del Tesoro Nelson Van Alden, un ferviente devoto religioso, y Gillian Darmody, la astuta madre de Jimmy que tiene bien claro cómo hay que sobrevivir en ese ambiente tan violento y hostil.
Nucky se cruza con varios personajes históricos de la época, como el mismísimo Al Capone en su juventud, Johnny Torrio, “Lucky” Luciano Bugsy Seal, Arnold Rothstein, un gánster judío de Nueva York reconocido por arreglar resultados en partidos de las Grandes Ligas de Beisbol y Eddie Cantor, estrella de vodevil.
Terence Winter logra con su pluma sumergirnos en esa Atlantic City a la que iban a pasear y hacer negocios “non sanctos” los poderosos de Nueva York y Chicago y los lugareños sacaban rédito de los forasteros. Se ven los problemas internos de cada personaje pese a que intentan disimularlos: hasta el sicario que acribilló a sangre fría a un adversario, vuelve a su casa y acaricia a su hija y su mujer mientras que el que ordenó el crimen no se rasga las vestiduras en una cena de beneficencia. También el racismo, los fanatismos religiosos y la hipocresía de las clases altas se hacen fotogramas en la ciudad balnearia.
La ambientación de la época es impecable y la música, a puro jazz, un deleite que acompaña a la perfección la narración de cada capítulo.
Si bien es una historia con temática ya tratadas en el cine -Los Intocables, L.A. Confidencial, Erase una vez en América– Boardwalk Empire se encarga de humanizar estos tópicos en común con las obras previas, ya que al ser un formato serie justamente y poder contarse en varios capítulos no hay apuro por el “shock”, no necesita de artilugios previsibles para mantener al espectador enganchado. Se da el gusto de ir retratando a fondo a los personajes, ni el que menos aparece en pantalla pasa desapercibido. Se apoya en un guión sólido pero no escatima cuando tiene que mostrar enfrentamientos y asesinatos manchados de sangre. Es un corte clásico de carne cocinado a fuego lento.