Mujeres en contexto de encierro: proyectando un antidestino

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Cada miércoles por la mañana los pabellones de la Alcaidía de Mujeres del barrio Don Santiago se abren a los talleres de lectura, escritura, imagen y fotografía que la organización «Bandada: feminismo entre rejas», lleva al interior de ese lugar de encierro. 

Alrededor de unas 25 mujeres viven en tres pabellones con siete celdas en la zona central, allí se ubican quienes cumplen condena y también hay dos celdas en el sector derecho donde permanecen las mujeres que aún no tienen sentencia definitiva (procesadas). Además hay otras dos celdas en el sector izquierdo destinada a las madres que tienen bebés.

Las rutinas de ciertos protocolos que la pandemia ha obligado a respetar, se modifican por dos horas: de 9 a 11. En ese espacio y, con las restricciones de acercamiento, barbijo y todas las medidas preventivas por el virus, estas mujeres se entregan a la liberación cultural.

La “excusa» es aprender a escribir, disfrutar de la lectura, la imagen y la fotografía. La realidad es que tanto las que ingresan, como las que viven dentro quieren conocerse, acercarse. “Soñamos que un lugar tan duro y violento como el contexto de encierro, pueda adquirir otra vida, pueda llenarse de arte. Trabajamos para culturizar estos lugares”, cuenta Laura López, coordinadora de la organización. Ella, junto a las talleristas Paola Fernandez Mafut, Carmela Cendra Veiravé  y Rocío Navarro acercan a las mujeres privadas de su libertad una cuota de esperanza. Buscan sostenerlas con expectativas. Pretenden que una vez afuera, esas vidas tengan una continuidad, derecho a la reinserción social y a una vida plena. 

Estos talleres constan de ocho encuentros. De a poco las mujeres internas van sumándose. Se tiene en cuenta los cuidados por Covid-19 evitando las aglomeraciones. Nada que perjudique a las internas, que ya han sido afectadas por la pandemia con estrictos protocolos de ingreso a la institución. Todas buscan cuidarse. Las talleristas son meticulosas para evitar perjuicios sanitarios para la población carcelaria. 

“Recién se están habilitando muy pocas actividades, ya que no estaban recibiendo ni visitas de los familiares. Así que nos cuidamos mucho entre todas”, cuenta Laura. 

La iniciativa surgió ante la convocatoria del Instituto de Cultura de la provincia para participar del Fondo Solidario que aprobó el financiamiento de estos talleres, “con la organización decidimos presentarnos a la convocatoria del segundo semestre del año. Lo que buscamos es aprovechar el espacio del taller para conocernos entre las que no nos conocemos todavía y para reanudar la comunicación con las compañeras de adentro, que fue dificultosa durante los meses de aislamiento y es uno de los pilares de nuestra organización. Es un taller que pretende generar un espacio de expresión y creatividad en un tiempo tan movilizante como el que viene dándose desde marzo a nivel nacional y local donde, en el caso de las mujeres privadas de su libertad, el distanciamiento se profundizó debido a la restricción de visitas de familiares y de organizaciones de la sociedad civil”.

Las integrantes de “Bandada, feminismo entre rejas”, tienen muchas expectativas en las mujeres de “ahí dentro”. Les extienden una mano. Se acercan. Ingresan allí donde nadie quiere para hacerles saber que no están solas, en un momento donde el distanciamiento es la salida más esperada. “Esperamos poder aprovechar el plan de desescalada con protocolos que se empezaron a implementar para llevar adelante este y otros talleres. Este va a centrarse en la lectura e intercambio de textos y también va a estar presente la posibilidad de experimentación de ellas mismas con lenguajes fotográficos y literarios que les sirvan de canal para la dispersión, la comunicación de sentimientos, la expresión artística”. 

Una Bandada tejedora

La agrupación surgió con la necesidad de tejer redes para pensar y realizar acciones para las mujeres que transitan cárceles y comisarías, en diversas formas de privación de la libertad. Llevan poco más de un año generando ideas que contribuyen a modificar sus realidades. Una organización que interpela al Estado sobre lo que falta para garantizar  derechos en la población femenina y disidente en contexto de encierro. Pero que también gestiona, articula. “Nos gusta pensar que podemos generar cosas, no esperar todo del Estado si no trabajar con él. Creemos en la autogestión”. 

“Tenemos un paradigma de justicia restaurativa. Lo agiornamos desde nuestro lugar, chaqueño. Interpelamos, pero también articulamos con el Estado. Para que los proyectos lleguen ahí, donde haga falta”.

La grupa de talleristas prontas al ingreso a la Alcaidía de Mujeres.

Tomar contacto con un población carcelaria no es tarea fácil. “Trabajamos con las instituciones porque si no, no podríamos entrar. Aliades estratégicos para que este proyecto funcione: Defensa, Servicio Penitenciario, Comité de Prevención contra la Tortura, Asociación Pensamiento Penal, muchas organizaciones no gubernamentales y otras que sí dependen del Estado, con las que trabajamos permanentemente para generar proyectos en el encierro”. 

Iniciativas “antidestino” 

Además de estos talleres que ya están en práctica, hay ideas más ambiciosas que buscan garantizarles un trabajo con qué sostenerse una vez que hayan cumplido su condena. Una de las claves de la reinserción laboral, es justamente la oportunidad de sostener un ingreso económico que les brinde la posibilidad de no reincidir. En esto están pensando en Bandada. 

La Alcaidía del barrio Don Santiago cuenta con un taller industrial totalmente equipado. “Solo hay que darle vida. Está a pleno de herramientas. De hecho ellas ya han venido trabajando en uniformes y otras elaboraciones textiles”, cuenta Laura con muchas esperanzas en la concreción de otro proyecto que también “será financiado con fondos provinciales”, según las intenciones de la organización que viene trabajando en el avance y concreción de una “salida laboral para que no vuelvan a caer en el delito”. 

Laura sabe, por la experiencia de acompañamiento, que una vez afuera la cosa se pone tan o más difícil que adentro. Hay que subsistir sin delinquir. Hay muchas puertas que golpear, aunque muy pocas o ninguna se vayan a abrir. Y que sin un sustento digno y “legal” lo más cercano es volver al delito. “La mayoría son mujeres empobrecidas, vulneradas, con historias tremendas. Sacarlas del destino predeterminado de la cárcel, es lo que buscamos. Nuestro propósito es construir un antidestino”.

Este proyecto fue financiado a través del programa #ImpulsarCultura del Instituto de Cultura del Chaco (Fondo Solidario-Ley Nº1.353-E Fomento de la actividad privada en actividades culturales).
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