A 200 años del izamiento de la bandera argentina en Malvinas. Contra la “desmalvinización” de la memoria


“Estamos ganando”, el emblemáticamente funesto titular periodístico que sintetiza el rol de los medios de comunicación y de la censura militar durante la Guerra de Malvinas, que después de 74 días de combate, 632 muertos y 1.082 heridos, sigue siendo una deuda desgarradora.
Un debate pendiente, desde todos los frentes, el periodismo, uno de ellos. Por eso, cobra vital relevancia para recuperar la memoria y debatir sobre el presente y futuro de la soberanía argentina sobre las Islas, el encuentro que comenzará el próximo 3 de noviembre, con un evento periodístico mundial que será el disparador en la celebración de los 200 años del izamiento de la bandera nacional en Malvinas.
Impulsado por Daniel Filmus, secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur del Gobierno Nacional (cargo que se creó durante la gestión de Alberto Fernández para continuar la lucha diplomática por la recuperación de la soberanía sobre el archipiélago) y organizado por la Asociación de Periodistas de la República Argentina (APeRA) y la Red Mundial de Periodistas de Habla Hispana, el evento de tres días servirá para celebrar el bicentenario del izamiento de la bandera argentina un 6 de noviembre de 1820, recuperar relatos y debatir sobre el rol de la prensa en el conflicto bélico.


En ese marco, APeRA pidió a la Cámara de Diputados de la Nación que declare al 6 de noviembre como «fecha patria» e hizo lo mismo con los gobiernos provinciales. La diputada nacional Beatriz Ávila (Tucumán, Partido por la Justicia Social) tomó la iniciativa y presentó un proyecto de ley.
La iniciativa propone declarar el 6 de noviembre como «día patrio no feriado» en celebración del «Día nacional de la rememoración del primer izamiento de la bandera argentina en las islas Malvinas» y reafirmar los derechos soberanos argentinos sobre las Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes.


“Me parece una acción positiva porque hay que malvinizar”, reflexionó David Nazareno Zambrino, chaqueño, excombatiente e integrante de la Agrupación “Pablo Areguatí” y exigió: Argentina “debe continuar su reclamo soberano en todos los frentes, mientras estén los kelpers ocupando las Islas”.
Entre el 3 y el 6 de noviembre habrá videoconferencias con periodistas y testimonios relacionados con Malvinas, también una conferencia de Filmus sobre los 200 años del izamiento del pabellón nacional e intercambio entre periodistas argentinos y de otros países del mundo.
Silencio, periodismo
Si bien el canal público Argentina Televisora Color (ATC, hoy TV Pública) y la agencia estatal de noticias Télam, fueron los únicos medios autorizados por la Junta Militar a enviar corresponsales al conflicto bélico, revistas ligadas a la farándula y a temas frívolos como Gente y Somos (ambas de la editorial Atlántida), se convirtieron en verdaderos tanques de noticias para mostrar un supuesto triunfo argentino: “Vimos rendirse a los ingleses”, en letras de molde, muchas fotos y poco texto eran publicaciones editadas a medida de los deseos militares de manipulación.
A pesar de la censura, “en los primeros días que estuvimos ahí, teníamos radios para escuchar, sobre todo medios uruguayos, y teníamos cámaras fotográficas que compramos en Río Grande al mismo precio que un paquete de cigarrillos, por eso es que tenemos muchas fotos de Malvinas”, recordó Zambrino, uno de los creadores y expresidente del Centro de Exsoldados Combatientes de Malvinas del Chaco.
“Como captábamos noticias que decían que nos estaban pegando una paliza, nos prohibieron las radios y comenzaron a repartir un pasquín editado por los propios militares, que intentaban darnos aliento, decían que íbamos ganando alangaú (supuestamente), diría el correntino”, añadió.
A medida que la guerra se prolongaba, la censura se hizo cada vez más insoportable: “A mi familia le escribí varias cartas, algunas tengo aún en mi poder. En cambio, las que mi familia enviaba las tuve que quemar por órdenes de los oficiales, porque íbamos a dar un contraataque. Entonces, si las cartas caían en manos de los ingleses, podrían usarla para hacer contrainteligencia, por ejemplo, enviarles información falsa a mis familiares, escribirles boludeces. Yo estaba entregado ya. Sabía que si se hacía esa contraofensiva, muchos íbamos a morir. Quemé las cartas, pero el contraataque nunca llegó”, rememoró Zambrino, que integró el Batallón de Infantería de Marina N° 5 (BIM 5), apostado en Sapper Hill (Colina del Zapador), en la Isla Soledad.
Mientras los solados debían quemar cualquier registro epistolar y los corresponsales periodísticos no escapaban a la censura, en el mercado negro se negociaba el tráfico de noticas y fotos. Según los registros oficiales, a Malvinas viajó el fotoperiodista Rafael Wollman, cuyas fotos del desembarco argentino dieron vuelta al mundo, aunque no estuvo durante los combates.
También viajaron los integrantes de la agencia Télam: Eduardo Navone (fotoperiodista), Carlos García Malod (periodista), Alfredo Arcuri (ayudante técnico), Diego Pérez Andrade (periodista), Juan José Marc (periodista), Román Von Eiksten (fotoperiodista), Eduardo Farré (fotoperiodista), Juan Carlos González (técnico de radiocomunicación), Rodolfo Schroh (técnico de radiocomunicación); por ATC: Nicolás Kasensew (periodista), Alfredo Lamela (camarógrafo), Marcos Novo (ayudante de cámara); y Eduardo Rotondo de BAI press (camarógrafo y fotógrafo).
Del corsario yankee, al comandante guaraní
Mantener viva la memoria y el reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas es el principal objetivo de los tres días de conmemoración por el «Día nacional de la rememoración del primer izamiento de la bandera argentina en las islas Malvinas».
Sucedió el 6 de noviembre de 1820, cuando el corsario David Jewett, coronel de la marina al servicio de la causa patriota desde cinco años antes, llegó a las Islas Malvinas a bordo de la fragata “Heroína” e izó el pabellón patrio en nombre de las Provincias Unidas del Río de la Plata, por encargo del entonces gobernador de Buenos Aires Martín Rodríguez.
“Insisto en que el reclamo argentino se tiene que dar en todos los frentes, porque la autodeterminación kelper carece de legalidad. Desde 1965 la ONU pide que los ingleses se sienten a negociar, pero, lamentablemente, la Guerra de Malvinas fue un gran negocio para los piratas”, advirtió Zambrino, miembro de la Agrupación “Pablo Areguatí”.
El nombre de la agrupación es un homenaje a Pablo Areguatí, militar y funcionario de origen guaraní, quien fue el tercer y último comandante militar de Malvinas como parte de las Provincias Unidas del Río de la Plata, nombrado por Martín Rodríguez, ya que en ese entonces las Islas formaban parte de lo que hoy es la provincia de Buenos Aires. Antes, había sido el primer alcalde del pueblo guaraní de Mandisoví (actualmente, Federación en la provincia de Entre Ríos) por disposición de Manuel Belgrano.
La censura y la muerte
La censura se hizo más fuerte a partir del 1 de mayo de 1982, tras el primer bombardeo inglés. “La verdad es que en todo momento a nosotros nos decían que estábamos ganando”, cuenta Zambrino, con un dejo de tristeza y resignación. Así, mientras se pregonaba el “estamos ganando”, en la sede de ATC se recortaban los testimonios de soldados heridos y se censuraban las imágenes que llegaban de Malvinas.
“A nosotros nos habían dicho que no íbamos a entrar en guerra ni nada por el estilo. Tal es así que yo estaba en sala de armas trabajando y llevamos una parrilla y carne, un whisky y cerveza, porque nos habían dicho que iban a venir enviados de la ONU, iban a plantar bandera junto a la nuestra, entonces nosotros nos retirábamos”, contó.
Sin embargo, llegó el 1 de mayo, Día del Trabajador, “y nos dimos cuenta que esto no era joda, no era broma. A la mañana, desde la altura donde estábamos asentados, vimos cómo bombardeaban el aeropuerto. Y a la noche, a eso de las 20.30/20.45 comienzan a bombardear nuestras posiciones”, señaló al referirse a la operación Black Buck (Carnero Negro).
“Justamente -continuó-, en nuestra ubicación, recibimos 222 salvas de cañón, cada salva tenía 5 cañonazos, para nosotros fue una experiencia totalmente dramática. Durante el ataque, yo debí caer herido o muerto, pero un compañero, Hugo Daniel Caviglioli (oriundo de San Lorenzo, Santa Fe) me cambió de lugar y fue alcanzado por las bombas y falleció. Creo que todos volvimos heridos, algunos más, otros menos, pero esa es la realidad”.
A pesar de que a las 8 de la mañana se había consumado la rendición, el BIM 5 continuó combatiendo hasta el mediodía en Colina del Zapador, porque no se habían enterado de la decisión tomado en Puerto Argentino, a tan sólo a 3,5 km de donde estaban.
“La desmalvinización es lo que más me fastidia, me duele, me da bronca porque son los mismos argentinos los que te joden, a los que no les importa que hayan muerto argentinos por tratar de que las Malvinas vuelvan a nuestra soberanía. Se cagan en los muertos (también estoy hablando de algunos compañeros excombatientes y de algunos familiares que hoy están haciéndole el juego a los ingleses). A pesar de ello, no le tengo miedo al olvido, no creo que suceda, porque cuando yo muera, quedarán mis hijas, nuestros hijos, y habrá mucha gente que levantará esa bandera. No creo en el olvido. No habrá olvido”, aseguró Zambrino, quien fue condecorado por su acción en combate durante la Guerra de Malvinas.
Categoria: Políticas Públicas, Sociedad | Comentarios: 1
Norberto Martinez
18 octubre, 2020 at 8:40 am
Gente, yo estuve en las islas en 1972 mientras hacía la colimba en la Armada, y mi padre personal civil de la Fuerza Aérea, fue uno de los constructores de la pista de aterrizaje allí. Tengo en casa muchas cosas de nuestra tierra, si led interesa, ese puede ser mi aporte.