El Coronavirus y yo

Por el


Foto de portada. Mercado Hostafranst.

Capítulo 1. Cuando China estornude temblará el mundo

Resistencia, primera semana de abril de 2020, luego de 23 días de aislamiento cumplidos estrictamente en una habitación de mi casa, que aún continúa a la espera de los resultados de mis análisis que confirmen el negativo para Covid19 en mis dos últimos hisopados, me siento a escribir este relato sobre cómo fueron mis días de convivencia con este nuevo virus, hasta hoy desconocido y sin medicación específica, dentro de mi cuerpo.

Bullicio de estudiantes en Barcelona

Volvimos de España el 17 de marzo de un viaje de trabajo, planificado con varios meses de anticipación en 2019 (prometo otra nota con los motivos de este viaje y detalles de nuestro trabajo), sin siquiera imaginar que las circunstancias nos depositarían en las bellísimas ciudades de Barcelona y Madrid en medio de los días de alta circulación del Covid19, y que, sobre el final de nuestra gira, el gobierno español declararía el estado de alerta general en todo el país. Esto agregó la angustia de pensar si podríamos salir o no de regreso hacia argentina, ya que algunas noticias de Cataluña –donde estuvimos alojados al final del viaje- hablaban de ciertos proyectos de aislamiento total y cierre de fronteras de ese Estado, no exentos de innegable carga “independentista”, con el fin de evitar los contagios que, en el resto de España, sobre todo en Madrid, se empezaban a multiplicar.

Así, pasamos de estar en la cosmopolita Barcelona con su vida bulliciosa y colorida, con estudiantes en las calles, a caminar los últimos tres días por una ciudad fantasma, de edificios que parecían deshabitados y plazas vacías. Nos limitamos a salir para comprar comida al mercado de Hostafrancs y su pintoresco edificio de un modernismo catalán de fines del 1800. Nuestro fin de estadía, con planes de paseo y esparcimiento para conocer la bonita ciudad, quedaron sepultados por las estrictas órdenes de aislamiento social, y nuestra vida se limitó a cortas salidas por el Barrio de Sant y las paredes del confortable hotel Baler, su clima familiar y amable, compartido con el grupo del cantante y compositor mejicano Francisco Barrios, “El Mastuerzo”. Hubo noches de largas charlas y vino rioja que hicieron más apacibles aquellas horas de encierro. Cierta calma alterada por un constante bombardeo mediático de pantallas frenéticas del minuto a minuto de algunos noticiarios catalanes, imágenes que todos los huéspedes percibíamos como una excitación innecesaria que nos reafirmaba que la televisión parecía estar infectada del mismo virus, el mismo mandato de histeria en todo el planeta. 

El sábado 14 por la tarde comencé a sentir una leve irritación en la garganta que se acompañó por una sensación de cierto avance de un estado gripal que me despertó algunas alertas. Me di un baño caliente y por wasap contacté con la base Chaco, con mi amigo y médico César para comentarle de esta novedad. Me recomendó que tomara mucho té caliente con limón, que me cebara unos mates con jengibre y que cuidara mi alimentación, para lo cual sugirió que agregara proteínas vegetales, porotos, verduras y frutas a mi dieta diaria y no descuidarme en controlar si surgían síntomas de fiebre.  

Extremando los cuidados de higiene y alimentación, solo salí a tomar un poco de sol en las proximidades del hotel, en la plaza Herenni, donde el bullicio de las cotorras me transportaba por un rato hacia el Barrio Santa Clara y el Río Negro resistenciano. El domingo sentí una leve sensación de mejoría, aunque por momentos me atacaban espasmos de tos y comencé a sentir una extraña punzada en la espalda. Ese domingo con sol, Marta, la hija de la familia propietaria del hotel, nos recomendó un negocio de comidas a la vuelta que era de una amiga y sabía que estaría abierto. Cuando llegamos nos envolvió un agradable aroma de sabores. Allí nos aprovisionamos de un risotto con frutos de mar, una bandeja de porotos blancos de Murcia, una tortilla de papas y cebollas con huevos de gallinas camperas y en la frutería de la esquina compramos limones valencianos, unas jugosas mandarinas de Sevilla y clásicas bananas de Ecuador, con lo cual volvimos a almorzar al hotel. Por esas horas, nuestra mayor preocupación era confirmar si nuestro regreso, previsto para el lunes a las 19:40 desde el aeropuerto Josep Tarradellas de Barcelona hacia Madrid, estaría confirmado o no. Luego del almuerzo, y antes de una “siesta chaqueña” reglamentaria, regresamos un rato al vitamínico sol de la plaza y sus cotorras. Por las dudas, antes ya habíamos realizado -vía on line- el trámite de inscripción en las listas de asistencia y contención habilitadas por el Consulado Argentino en Cataluña para los ciudadanos argentinos que se encontraran allí, en medio del estado de emergencia por la ya declarada pandemia, y que no pudieran regresar al país. 

Calle del hotel Baler y al fondo la plaza Herenni

La noche del sábado habíamos compartido una larga tertulia, regada con buenos vinos catalanes en compañía de José, el propietario del hotel Baler, quien repetía en cada brindis: “que esto es así amigo, ya lo decía mi abuelo, el día que China se estornude el mundo va a temblar, y fíjate lo que estamos viviendo”. También nos contaba: “Aquello que ustedes han conocido como la peste española, que allá por el 20 mató millones de personas, pues nació en Kansas. Fíjate que sería entonces la peste norteamericana que soldados de aquel país trajeron hacia aquí. La peste española no era española”. En el medio también planteaba sus “ocurrentes” teorías conspirativas, envalentonado por las copas y la madrugada, en las que sostenía “que los Estados Unidos algo tendrían que ver con este nuevo virus de hoy día. Solo hay que ver el loco que los gobierna afirmaba asintiéndose con la cabeza”. Todo en medio de risas y un cordial intercambio de ideas desencontradas con protagonistas callejeros sencillos, de un lado y otro del mundo. 

Para ese día en el hotel ya habían comenzado a cancelar las reservaciones de la semana entrante, pues ya tenían orden del ayuntamiento de Barcelona que decidía cerrar el miércoles 18, para sumarse al aislamiento social. Esto último no dejaba de preocuparnos ante la incertidumbre en torno a nuestro regreso.

Mercadito Shan Alí en Barcelona

Finalmente, el lunes 16 de marzo por la mañana pudimos confirmar con la empresa Air Europa que nuestro vuelo de retorno, anunciado como Madrid-Buenos Aires a las 23:55, sería el último en partir hacia Argentina desde el aeropuerto de Barajas, pues dicha terminal aérea cancelaría todos los vuelos de aerolíneas extranjeras hacia Argentina desde la hora 00:00 del martes 17 de marzo. Compartimos miradas silenciosas y ciertamente aliviadas con el desayuno. 

Aquel lunes amaneció con lluvia y yo comencé sentir que reaparecían las molestias en mi garganta, y que la sensación de gripe parecía no retroceder. El sábado, por recomendación de uno de los amigos músicos mejicanos, había comenzado con unas gárgaras de agua tibia con bicarbonato que compré en una pequeña tienda del turco Shal Alí cercana al hotel y que me aliviaban por un buen rato el dolor de garganta. Vía wasap le comenté a mi médico mi estado de salud y me recomendó que continuara con el té caliente con limón, que tomara paracetamol 500, pero que solo lo hiciera si aparecía fiebre, de lo contrario dejara actuar a mi cuerpo y sus defensas. Sentí, de una manera extraña, que ante cualquier amenaza solo restaba ganar confianza en mis propios anticuerpos.

La lluvia no paró en todo el día. Nuevamente fuimos por el almuerzo en el local de la amiga de Marta. La vida hasta este momento venía con un ritmo que ahora parecía que comenzaba a alterarse, crecían las miradas que mezclaban incertidumbre y deseos de volar. Este sería nuestro lunes de regreso. Un regreso al interior del Coronavirus. (Continuará…)

(*) Productor musical, periodista

agenda bohemia

El Arbol Amarillo Libreria Infantil

Categoria: Salud, Sociedad | Tags: , , , , , | Comentarios: 6

Comentarios

6 thoughts on “El Coronavirus y yo

  1. Avatar for Walter Bordón

    Mario Gonzalez

    Walter querido
    Solo enviarte un gran ABRAZO VIRTUAL y pronta mejoría

  2. Avatar for Walter Bordón

    Cristina Bordon de Díaz

    Me encanta leer de Resistencia , Chaco a tan larga distancia (California). Son mis com provincianos no importa donde yo viva y los 50 años de ausencia.

  3. Avatar for Walter Bordón

    Cristina Bordon de Díaz

    Sigue escribiendo! Te leeré desde lejos!

  4. Avatar for Walter Bordón

    María Rosa Yorio

    Walt….💚🔛🌈

  5. Avatar for Walter Bordón

    Natalia Schwaderer

    Ooohhhj quiero la segunda parte!

  6. Avatar for Walter Bordón

    Sergio Geniadieff

    Ansioso espero la continuación querido amigo

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