«No están acostumbrados a que les digan que no»

Por el


Y ahí está otra vez el mismo cliché pidiendo que los “políticos” se bajen el sueldo. Revive cada vez que aparece un Estado fuerte que se dispone a controlar a las grandes corporaciones empresariales e intervenir en el Mercado. Casualmente revivió ahora después de que el presidente Alberto Fernández apuntó a las multinacionales como Techint, que siendo una de las más cotizantes, despidió a 1400 trabajadores durante la peor crisis sanitaria del mundo. Su CEO, Paolo Rocca, es una de las personas más ricas del país.

El discurso del presidente fue dirigido a empresarios como él, que facturan millones por día, que digo por día, por hora. Que podrían cerrar un año y las pérdidas no le harían ni cosquillas a las fortunas guardadas que se siguen multiplicando en los bancos. No al que tiene un almacén de barrio y con miedo sigue abriendo para sacar unos mangos, ni al que tiene un local comercial y está pensando como hacer para pagar los impuestos sin facturar. Para ellxs, el discurso también fue claro, el Estado debe contemplar todas estas situaciones y así será, pero para eso, los paolos que amasan fortuna diaria, deben empezar a disminuir, un poco, sus riquezas.

Yo no soy religiosa, estoy bastante lejos de serlo, pero a pesar de todas las diferencias filosóficas me caen bien algunos curas villeros, como el padre Mugica. Una de sus frases más recordadas es: “Hasta ahora, para que los pobres dejen de ser pobres no se ha inventado otro sistema más que los ricos dejen de ser ricos”. Supongo que dicho esto en sus palabras, para muchas personas, vale más que dicho por mí, por eso lo traigo. Bueno, estamos hablando de lo mismo.

La intervención del Estado en el Mercado es justamente esto, que el Estado tenga un rol fuerte para mediar entre las desigualdades económicas y de poder que existe entre las pequeñas y medianas empresas y las grandes corporaciones. Lo contrario es lo que plantea el liberalismo o neoliberalismo (de nuevo no tiene nada) dejar que el Mercado fluya solo sin intervenir. El “orden natural” le suelen decir, y si, porque como en la naturaleza, el pez grande se morfa al pez pequeño sin que nadie lo defienda.

Si no me creen miren a su alrededor y fíjense cuántas farmacias pequeñas sobrevivieron a las grandes cadenas Farmacity y Farmar. Lo mismo pasa con las grandes cadenas de supermercados, de heladerías, de comidas, ante las cuales los comercios familiares no pueden competir. Hace unos años en el shopping de Resistencia, había un solo local de comidas que con su ticket de compra tenías una entrada al cine ¿adivinen cuál era?, MacDonalds claro. Si eso no es competencia desleal con respecto a los otros locales, díganme qué es.

Estas grandes empresas crecen destruyendo a las más pequeñas, sacándole toda su capacidad de competencia. Por eso a estos empresarios, que dominan el mundo, y por ende los medios masivos de comunicación hegemónica, no les gusta que los gobiernos les pongan límites. No les gusta que los presidentes les digan que tienen que ganar menos, que créanme, eso no significa empobrecerse, sino enriquecerse más lentamente, una diferencia casi imperceptible para ellos. No están acostumbrados a que les digan que no.

Y cada vez que aparece un gobierno que pretende un Estado fuerte que defienda los intereses del pueblo y de lxs pequeñxs y medianxs comerciantes de su poder desmedido, ponen todas sus estructuras para destruirlo. Pero ésta vez no es igual a las anteriores, ésta vez el pueblo no se puede dejar convencer tan fácilmente.
El mundo se enfrenta a una de las peores pandemias, con miles de infectados y muertos. El mundo entero se plantea la necesidad de Estados fuertes con salud pública como la que tenemos en Argentina. Quedó reflejado a la luz del mundo que la teoría del derrame que plantean los liberales no sólo no sirve para el crecimiento económico colectivo, sino que no sirve para salvar ni una sola vida, no sirve como forma de vida.

Para les que no saben, la teoría del derrame sería básicamente un Estado en función y protección de las grandes empresas, para que éstas puedan derramar su riqueza al pueblo, es decir un Estado como lo planteó el gobierno de Macri, como lo plantea Bolsonaro en Brasil, como lo plantea Trump en Estado Unidos. ¿Y adónde estuvieron los que se suponen deben derramar su bienestar al pueblo? Estuvieron despidiendo trabajadores como Techint. O estuvieron guardando mercadería vital como Farmacity que guardó nueve mil cajas de alcohol en gel en su depósito para triplicar su costo, alcohol en gel que le faltó quizás a quienes hoy están infectadxs.

Mientras tanto, el gobierno Estadista priorizó la vida de las personas a la economía (primera medida que molestó a estos grandes empresarios) y dictó el aislamiento social preventivo y obligatorio, invirtió en ampliar la infraestructura hospitalaria para garantizar la capacidad de respuesta para las y los posibles infectados, adquirió la fabricación de respiradores mecánicos y barbijos. Dispuso un paquete de medidas económicas para ayudar a las pymes y trabajadores irregulares. Y sancionó a empresas como Farmacity por especular con la vida de las personas.

El Estado demostró que el pueblo necesita del Estado. Cosa que odian los neoliberales como los paolos y el grupo Clarín (por nombrar unos a mano, son un grupo reducido de grandes empresarios). Por eso con todos sus medios salieron a la cancha a querer desestabilizar y desacreditar al Estado. Su objetivo no es que las y los funcionarios del gobierno ganen menos. Su objetivo es que valgan menos socialmente, su objetivo es desacreditarlos y deslegitimarlos. Porque así se desacredita y deslegitima al Estado.

Tampoco hablan de funcionarios de gobierno, sino de “políticos” como si políticos no fuéramos todxs, que desde la acción o la inacción estamos interviniendo en la política. Es a la política a la que apuntan. Es a la política, a la que quieren nuevamente desprestigiar porque se metió en sus caminos, para ponerle palos en las ruedas.

No quiero que ningún trabajador ni trabajadora del país gane menos, tampoco las y los funcionarios públicos. No quiero una clase gobernante con sueldos empobrecidos. Si quiero que el pueblo se empodere y les reclame la acción, las medidas y las políticas que el pueblo necesita. Si quiero que el pueblo se empodere y controle adónde invierten los gobiernos los fondos públicos. Si quiero que el pueblo se empodere y controle el buen desempeño de las y los funcionarios públicos. Y de no cumplir con sus deberes, quiero un pueblo empoderado que salga a pedir su renuncia inmediata.

No es lo mismo sueldo que riquezas. Sueldo tenemos les trabajadores, ganancias tienen los pequeños y medianos comerciantes que también son trabajadores. Riquezas tienen sólo un puñado de grandes empresarios que han aprovechado cada momento más crítico del país para enriquecerse más.

Sólo ellos son los que se benefician con esta cruzada que pretende desprestigiar al Estado. Es la misma disputa de siempre disparada por los mismos de siempre. Estado o Mercado.

Espero que el pueblo argentino hoy, entienda la diferencia.

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