El mural es un instrumento de lucha


Colgadas de los andamios, 9 mujeres, estudiantes de arte de la Universidad Nacional de la Plata (UNLP), pintan un mural en la Bienal de Esculturas.
Una de las paredes que mira hacia la avenida Ávalos, de la oficina que tiene la Municipalidad en el Paseo Costanero, va a ser huella de mujeres en un certamen que no tiene representantes del género compitiendo por el premio mayor. “Están invisibles algunas situaciones, como que todos los artistas internacionales que ganaron premios sean varones», nos dice Ana, abogada y ahora transitando aulas y calles con los murales. Una de las integrantes del colectivo que estudió en la UNLP, pero que es del Chaco, las convocó, presentaron el proyecto a la Municipalidad de Resistencia y una vez aprobado, surgió el viaje a la ciudad de las esculturas. «La idea que nos moviliza no sólo es la de pintar un mural sino el de intervenir en la sociedad y como mujeres. Dejar la huella de una ideología”.
En 1976, la dictadura cerró la Facultad de Bellas Artes de la UNLP, junto a la de Cinematografía. En 2017 se cumplieron 10 años de la reapertura de la cátedra de Muralismo y Arte Público Monumental. Para festejar se planificaron murales en cada uno de los edificios de las diferentes carreras. María Cristina Tesaghi, actual vice decana de Bellas Artes, fue la promotora de la idea. La misma artista que tiene una prolífica carrera como muralista premiada, como conferencista e investigadora, que organizó la primera Bienal Latinoamericana de Arte y Cultura en La Plata, y que en sus clases, nos cuenta Ana, defiende e inspira en sus estudiantes la necesidad de vincular los social a lo artístico. «Porque el arte tiene el compromiso de despertar a la sociedad. El mural debe interpelar al otro a pensar, no es una cuestión ornamental, es un instrumento de lucha”, enfatiza.
“Somos un colectivo”, nos dice Ana, reutilizando un término que en los últimos años fue aprovechado para describir el trabajo conjunto de un grupo de personas detrás de un objetivo, corriéndose así de la idea vertical con la que funcionan otras organizaciones más tradicionales. “El mural tiene la virtud del trabajo colectivo. Se pierde el ego y se mira al otro. Porque cuando pensás en trascender vos solo, te olvidas del otro. El espacio público te saca del arte de galería.”
Las muralistas, vinieron junto a otres estudiantes que compiten por el premio Desafío. “Estamos juntos, creamos lazos afectivos, solidarios, nos autoprotegemos, es muy linda la experiencia”, se entusiasma Ana.
Para la propuesta que trajeron a Chaco, investigaron sobre la flora y la fauna de la zona. El recorrido del agua en la naturaleza y la madre Tierra, como figura femenina que empodera al género es la mirada que atraviesa esta obra de arte. Una de las muchas huellas que nos va a dejar esta Bienal de Esculturas.
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